«LOS DIOSES DE ALLÁ FUERA» (Nocturno)

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Ya es de noche:

tu mano duerme.

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Despierto en la

oscuridad con

la sensación de que cualquier

intento por salir a contentar

a los dioses al otro

lado de la ventana

será

en vano.

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Ellos duermen -parecen

gritarnos a diario

con

su silencio- para

que nosotros

podamos

respirar.

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HjorgeV 28-03-2104

FELIZ CON UNA PELOTA

Acabo de terminar la corrección de mi/una novela.

El esfuerzo continuo más largo de de mi vida acaso.

Y ha sido gratis: sin haber recibido -ni tener planeado recibir- dinero por la tarea.

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No he recibido una sola moneda, pero he ganado mucho:

Aprendizaje ‘escritural’ y oficio; capacidad para ser paciente y tenaz; convicciones; revelaciones; sorpresas. Y golpes, muchos golpes.

Por suerte, también, cómo aprender a caer.

Porque las caídas son inevitables.

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Triunfar en la vida, ya lo dijo alguien, es ser feliz con una pelota.

Más o menos así he sentido también esa lucha, enfrentamiento, imbricación, trabazón diaria con la palabra: como un juego.

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El sistema neoliberal, nos dice el filósofo coreano Byung-Chul Han (Seúl, 1959) asentado en Berlín, ya no necesita ejercer la violencia (la represión) para imponernos sus objetivos (industriales).

Ahora somos nosotros mismos los que nos explotamos en nuestra ciega búsqueda del éxito.

*

El asunto se ha vuelto simple:

Aunque no sepas (ni entiendas) qué es lo que verdaderamente quieres, tu capacidad de consumo te hará creer que te vas acercando cada vez más al «éxito».

En realidad, te alejas.

Porque la satisfacción que proporciona el consumo es pasajera y, por lo tanto, el bajón (resaca o mono, como en cualquier droga) está pre-programado.

Y te devuelve al comienzo, a la sensación de vacío.

Ese (vacío) que te hace creer (y la ubicua propaganda te lo remacha) que necesitas un nuevo pantalón, peinado, vestido, automóvil, reloj, calzado o, incluso, pareja.)

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Un amigo -un conocido, más bien- que tuve hace muchos años, solía lanzarme las llaves de su Porsche, Audi o BMW cada vez que se hartaba de uno de sus automóviles y se compraba uno nuevo:

-Para que lo disfrutes antes de que me deshaga de él -me decía.

Había crecido en un orfelinato. Su astucia le permitió avanzar en el mundo de los negocios.

Pero nunca estaba contento con lo que tenía.

Por lo menos lo reconocía. Aunque tampoco podía entender que a mí me dejaran frío las máquinas.

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Una noche me pidió que me acercara a su Porsche.

Con gestos misteriosos, abrió el capó y me mostró un bate de béisbol y una pistola.

-Siempre hay que contar con todo -me dijo.

Ignoro qué esperaría de mí.

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¿Qué sentido tiene entregarse a la confección de una novela durante cinco o más años?

No lo sé.

Seguramente ninguno.

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Lo ‘peor’ es que, en un acto compulsivo y a pesar de que la considero/aba terminada y lista para la imprenta (por así decir), sigo corrigiéndola.

Tal vez al modo del pintor Pierre Bonnard, como lo refiere John Banville en su novela El mar:

Bonnard se colaba por las noches a la galería donde se exponía su obra para retocarla, mientras su amigo Édouard Vuillard distraía al vigilante.

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¿No es lo que hace un padre con su hijo (por lo general solo mentalmente, por suerte) toda la vida?

¿No es siempre inconclusa toda novela, pintura o escultura? 

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El oficio de escribir puede convertirse en una frustración continua y de nunca acabar.

Y cuando se toma en serio, es decir, cuando la meta es llegar a un producto «respetable», es peor.

Se convierte en una obsesión que termina alimentándose de sí misma: como si solo un escritor frustrado fuera la mejor garantía de su propia calidad como elaborador de textos.

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Acaba de pasar el carnaval, época vital en esta región de Alemania.

Cuando llega, cambia todo durante una semana.

Muchos aprovechan para cambiar de vida o identidad: para ser otros durante escasos siete días.

Y se parapetan detrás de una máscara, dentro de un disfraz.

Pero desconociendo que también el otro (el habitual, el diario, el conocido, el común, el familiar) lo era/es.

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Somos solo material altamente biodegradable.

No importa el disfraz ni cuánto nos dure en las diferentes etapas de nuestra vida. Ni su precio.

Cualquier disfraz siempre es pasajero.

Importa la pelota, el juego.

Aunque no te paguen por el sudor que viertes con lo que te diviertes.

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HjorgeV 23-03-2014

GUSTAV MAHLER: SEGUNDA SINFONÍA «RESURRECCIÓN»

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Esa magia sugestiva de bestias y dioses que se elevan para salvar al hombre.

La melancolía de la victoria. O de la derrota que esconde todo triunfo.

Por el dolor de descubrir que detrás de cada existencia siempre hay un drama que las maravillas de la vida apenas consiguen aplacar del todo.

Ejércitos de piedad. Porque llegará el día.

Y será tan confuso y oscuro como el alma humana. 

La resurrección será una vuelta al dolor de ser.

Volver a la vida, dolerá. Nocturna y alevosamente.

Gloriosamente.

Creyentes, dubitativos y no creyentes: sus auriculares, por favor.

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HjorgeV 10-03-2014