«PESADILLAS»

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Me ha pasado varias veces.

Me ha vuelto a pasar anoche.

Me volverá a pasar.

Estoy en lo mejor del sueño y entonces

se aparece: una forma de

miedo, horror al vacío, terror a

equivocarme.

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Y entonces creo, como un

rostro feroz que se revela

solo en sueños, que todo lo escrito

ha sido no solo en vano, sino que,

además, lo he estado haciendo muy

mal.

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Son las pesadillas del escritor:

un juego mental que

consiste en hundirse a uno mismo

para saber qué hay dentro del animal

que despanzurras con palabras.

Despierto entonces: o sea, huyo del

sueño: como hacía cuando

me gustaba especialmente una fiesta y

me iba

para poder recordarla mejor.

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Pero uno

no se puede ir de una novela

como de una fiesta. A lo más, como

de un velorio: porque

el muerto no se quejará.

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Avanzo en mi sueño por las

páginas de mi libro como lo hace

un insecto rastrero o

una hormiga:

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siempre explorando nuevos

caminos, hasta acabar creyéndose

en un nuevo

planeta, uno en el que está prohibido

detenerse

so pena de expulsión.

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Cierro los ojos. Vuelvo a soñar.

Controlo mi respiración.

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Hace mucho que decidí que mis pesadillas

solo serían cosa mía.

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HjorgeV 26.03.2017

MI PRIMERA VEZ

Era muy joven la primera vez que me enamoré y no sabía lo que hacía.

Ella era mucho mayor. Tal vez me doblaba la edad.

Me gustó enseguida su forma de hablarme y tratarme, como si yo realmente existiera.

No solo por eso me enamoré: gocé de su cercanía corporal un buen rato, casi una hora; en distintas posiciones y lugares. ‘Escondrijos’ los llamaba ella.

El enamoramiento me duró hasta mucho después de que las monjas llamaran a «recogerse» a las chicas que ayudaban en el convento. Tal vez iban para monjas. No lo sé.

Solo sé que se retiraron corriendo, sin mirarnos apenas, como avergonzadas por haber estado jugando a las escondidas con nosotros: un grupo de niños de la ciudad de visita en su convento rural.

Yo tendría unos doce o trece años. Tal vez ella solo dieciocho o veinte y no me doblaba la edad. Pero así me parecía y me rebosaba un orgullo extraño.

En ningún momento llegamos a tocarnos en nuestros escondites, en sus escondrijos.

Me bastaba su electricidad telepática, sus vibraciones, completadas con su respiración en mi oído; las extrañas posiciones que asumíamos para no ser vistos, como si estuviéramos desnudos a pesar de nuestra ropa y posáramos para un artista.

Fue mi primer enamoramiento.

Yo tenía solo doce o trece.

Y me duró más de dos horas. Hasta hoy.

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HjorgeV 20.03.2017

CARNAVAL MUSULMÁN

Se dice que si Brasil se organizara económica y políticamente como lo hace para los carnavales, sería el país más organizado del mundo.

El carnaval es una catástrofe positiva para los brasileños. El momento en el que el mundo se invierte.

Acá en Alemania -en Colonia concretamente- la gente lo toma como la oportunidad para soltar al cerdo que llevamos dentro:

Die Sau rauslassen, como se dice en alemán.

Las cerdadas son tales y tan numerosas, que de haber sido el carnaval musulmán, ya lo habrían prohibido en este país.

*

Lo solté hace muy poco a modo de chiste, en pleno carnaval, precisamente, y, contrariamente a lo que había esperado, nadie se rio.

-No creo estar exagerando. -Solo conseguí que me miraran peor.

Algunos, incluso, se mostraron indignados.

-Es mi cerdada, mi contribución al carnaval… -traté de salvarme.

Un tanto sorprendido por las reacciones, me tomé la molestia de investigar en la Red.

Estos son las cifras de la policía colonesa respecto al año pasado:

El carnaval produjo 600 denuncias, entre ellas 50 por delitos sexuales que iban «desde ofensas hasta violaciones».

*

Las ventajas del victimismo como estrategia son varias:

  1. Si los demás son los culpables, tú solo puedes ser la víctima.

  2. Y ya puedes apoltronarte y señalar cómodamente a los culpables.

  3. Como víctima, la responsabilidad no es tuya.

  4. Ni siquiera tienes que esforzarte por cambiar. Eso es asunto de los culpables.

  5. No solo eso: tienes derecho a cariño, consuelo y lástima.

  6. Puedes compadecerte de ti mismo y dedicarte a lamer tus heridas.

  7. Estás en el bando de los buenos. (Los malos son los otros.)

  8. Te corresponde una remuneración o indemnización.

  9. Sin hacer nada, recibes algo.

  10. ¡Y hasta puedes ganar un concurso: el de la exhibición de tus desgracias!

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El victimismo está de moda.

Lo saben los populistas, quienes, además de echarles a sus rivales la culpa de todo, se inventan desgracias.

Pero van más allá, en una especie de huida hacia adelante: proponiendo soluciones absurdas, simplemente imposibles u otras que no piensan cumplir.

Todo vale.

Y los electores se lo creen todo.

*

«No estoy en contra ni a favor, sino todo lo contrario», era una frase que, no hace mucho tiempo, se usaba para burlarse de los políticos.

Había más, como aquella –dicen que real– de Pinochet:

«Ayer estábamos al borde del abismo, hoy hemos dado un paso hacia adelante».

Sin ser chileno, uno se reía; gran consuelo.

Pinochet, precisamente, uno de los precursores de esta Era Trumpesca, explicó el golpe contra el elegido presidente Allende de esta guisa:

«la democracia, que siempre hemos respetado, será custodiada por las instituciones armadas, para impedir que pueda ser violada».

Tenía su lógica (trumpesca).

Pues cuando un violador secuestra a su víctima para cometer su crimen, la «salva» de otro violador.

Trumpismo.

En su estado más puro.

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HjorgeV 01.03.2017