Aún no había cumplido los diez años, andaba recién por los ocho tal vez.
En una pausa de nuestros juegos vespertinos, encontré llorando en la puerta de la casa de nuestro vecino a su empleada doméstica.
Le pregunté qué le pasaba, con la extrañeza del niño que no sabe qué sucede y no encuentra explicación, y ella me dijo que acababa de morir Él.
Le pregunté a quién se refería, quién era, cómo se llamaba. Se asombró francamente de que no lo supiera, pues había aparecido en todos los diarios, y, cuando me mencionó su nombre y su nacionalidad, y le dije que no podía conocer a alguien que vivía en un país tan lejano, volvió a romper en un amargo llanto.
-Pero si ni siquiera te has encontrado alguna vez conél -le dije-. ¿Cómo puedes llorar por alguien que nunca llegaste a conocer?
*
Cuando murió mi madre, tuve grandes dificultades para afrontar el duelo, acaso como los niños que para no ser vistos cierran o cubren sus ojos. De alguna manera inevitable para mí, en el fondo me hacía el cool.
Sin embargo esta mañana, al enterarme del deceso del autor de Yolanda, las lágrimas me han brotado espontáneamente.
Quizá porque me pasé una temporada escuchando esa canción a toda hora, en una fase muy dura de una relación que aún no me ha cicatrizado. (Yo también bebí de la educación sentimental que antes acaparaban los boleros, con sus letras trágicas, y las baladas con su melodrama. Pablo Milanés era un género musical aparte, en sí mismo. Para vivir.)
Tal vez por eso existen los ídolos. Porque en ellos podemos reflejarnos sin temores ni ambages. Porque no es lo mismo que se muera alguien que solo conoces por su arte, de lejos, que se muera un ser muy cercano y querido.
De ahí la absurda importancia que suelen alcanzar. Porque con ellos podemos practicar la adoración y el sufrimiento, la expresión de sentimientos que de otra forma no seríamos capaces de sacar fuera. Y todo eso sin ninguna consecuencia real.
La empleada de nuestro vecino tenía razón cuando le pregunté cómo podía llorar por alguien que no conocía.
-Tú que sabes -fue su respuesta aquella vez y yo no supe qué decirle.
Ahora lo sé.
HjorgeV 22.11.22