«LLAVE PROFUNDA»

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Una lluvia cáustica de sorpresa

cae como una bofetada sobre tu rostro

en medio de una noche que había comenzado

con muy buenos augurios.

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Ella te ha esposado una mano al armazón de

la cama y ahora escupe tu rostro, y tú no te

lo puedes creer después de una larga velada

con sus pies sobándote la entrepierna debajo

de la mesa durante toda la cena.

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Cuando por fin reaccionas e

intentas decir algo, ella ya ha

sacado un látigo del cajón debajo

de la cama de agua y ahora te mira

con una sonrisa entre inocente y maligna.

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«Solo tienes una forma de

liberarte», te susurra. «Pero la llave

tendrás que rescatarla por tus propios

medios», añade, mientras gira para ofrecerte su

trasero cubierto de látex y tú ya solo puedes 

pensar en cómo hacer para huir de ahí.

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HjorgeV 17.04.2018

«DISTANCIAS CORTAS»

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No eres tú. Es tu mirada la que

ingresa a la habitación abarcándola

como un rico que acaba de perder todo

de golpe y solo ha regresado para despedirse.

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No son tus ojos. Es tu recuerdo

el que baña los muebles silenciosos,

las cortinas guardianas, las fotos en sus

marcos: el baúl de los recuerdos ya inútiles.

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Pero de todo eso hace mucho y ahora tú

solo quieres saber cuánto de ti perdura aún

en los objetos y en la persona que te observa y

que es la única que ignora que has decidido partir.

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Tienes que saberlo ahora que ya sabes

que la vida es solo el pincelazo de un pintor

demente y senil, una melodía sustraída a los océanos,

un ademán inútil hurtado al tiempo en su también inútil fuga.

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«¿Qué tienes pensado para esta noche?»,

estás diciendo de pronto. «No pregunto por

todo lo que te podría suceder en alguna fiesta ni

por las personas que podrías atraer con tu sonrisa»,

añades. «Solo deseo pasar unas últimas horas contigo».

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Esa manera de mirarme como desnudándome a la

vez que me adviertes de que todo va a terminar mal,

pero que igual deberíamos intentarlo pues ya no soy

nadie -ni tú tampoco- para alterar el curso de las cosas.

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En la memoria (era un domingo

de luz primaveral que se desgastaba

perezosamente sobre los tejados) somos

dos cuerpos en pugna, solo para descubrir

con demasiada tardanza que en el desamor las

distancias más cortas son también las que más hieren.

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HjorgeV 08.04.2018