Luego la avenida y nada más,
como un ave que ha extraviado
su nido. El cuerpo siempre detrás,
acechando el momento para retomar
el origen: la esperanza es lo último que
se pierde, pero hay que tenerla primero.
.
Luego las luces rasgando
el horizonte: una serpentina tenaz,
tras la que el adolescente otea el camino a casa
mientras madre lo llama a lo lejos, no vaya a ser que dé
las seis el ciego Santiago y no haya regresado ni siquiera padre.
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HjorgeV
21.07.23