Soy un asiduo visitante de la Revista Ñ argentina.
El otro día me encontré con un artículo titulado Muerto el escritor, ¿hay derecho a publicar lo que él no quiso?
Inmediatamente tuve que pensar primero en Bolaño.
(Recordé un artículo que me había gustado mucho, de un tal Roberto Careaga: El año en que Bolaño perdió la batalla.)
Pensé en la frase que le escribió a su amigo chileno Andrés Braithwaite en el 2002, un año antes de su muerte y que bien podría haber sido el título de uno de sus poemas (porque Bolaño también escribía poesía):
El otro día, sin ir más lejos, me desmayé en el tren.
Se me ocurrió pensar en su pericia para -ya consciente de que tenía los días contados- empezar a planear lo que quería que se publicara póstumamente de su obra (y no pudo ver cumplido).
Y también en todos sus textos después descubiertos.
Y en una genial frase suya, por más que el mismo juicio no tenga de 2666 (me aburrió pronto) ni de otras novelas suyas que he leído:
«La literatura se parece mucho a las peleas de los samuráis; pero un samurái no pelea contra otro samurái: pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura.»
Aunque es un asunto por lo menos polémico, se suele partir de que un escritor escribe para ser leído.
De tal manera que, de arranque, no pareciera haber duda sobre la ‘correctitud’ de publicar póstumamente la obra de un escritor fallecido ‘a destiempo’.
(¿Qué muerte no lo es?)
¿Qué pasa, en cambio, cuando el autor lega su deseo expreso de no publicar póstumamente toda o parte de su obra?
Existe también el caso en parte contrario, acaso más común.
El del escritor que muere inédito, sin haber podido publicar lo que tanto deseaba. Muchas veces ni un solo libro.
Fue el caso de John Kennedy Toole, por ejemplo, quien se suicidó a los 31 años al no soportar ver que su novela La conjura de los necios era rechazada por los editores.
(Solo la tenaz insistencia de su madre consiguió que se publicara más de una década después y que ganara el Premio Pulitzer al año siguiente de su publicación.)
El artículo de marras de la revista Ñ estaba acompañado de una fotografía con el siguiente pie:
El autor de La metamorfosis no publicó en vida y pidió que, a su muerte, quemaran sus escritos.
Me quedé asombrado.
Eso no era, no es cierto.
Kafka sí publicó en vida. (Es una falacia implícita la de la pregunta del título de esta entrada.)
Y el error es imperdonable en una publicación así y aún más en esta era digital, en la que prácticamente estamos solo a uno o un par de clics de todo, de cualquier tema.
Porque si bien El proceso, una novela inacabada de Kafka, fue publicada póstumamente por Max Brod en 1925, al año siguiente de su defunción.
En cambio, precisamente La metamorfosis (en el original alemán Die Verwandlung, ‘la transformación’) se publicó en 1915; vale decir, casi una década antes de su muerte.
Errores así son especialmente decepcionantes y dolorosos en una revista cultural como Ñ, atosigo.
Pero también son una ayuda porque espolean al lector interesado a investigar por su cuenta.
Haciéndolo, me encontré con un portal dedicado a Kafka: www.franzkafka.de; lamentablemente, disponible -por lo menos por ahora- solo en alemán, el idioma en el que el praguense escribía.
Una de sus secciones se llama 99 Fundstücke.
(Ya solo ese título es un problema para el traductor. Porque Fundstück es a la vez ‘objeto perdido’ y ‘objeto hallado’. )
Otra sección es «Todo lo que siempre quiso saber sobre Kafka».
Traduzco las preguntas planteadas y respondidas ahí:
¿Es la obra de Kafka autobiográfica?
¿Hay algún relato de Kafka con final feliz?
¿Leía Kafka en público?
¿Es cierto que fue en vida un autor desconocido?
¿Quiso realmente destruir toda su obra?
¿Existe la posibilidad de que se descubran obras suyas aún desconocidas?
¿Cómo fueron sus notas en la escuela?
¿Cuántos idiomas dominaba?
¿Por qué fue exento del servicio militar?
¿Se interesaba por la política cotidiana?
¿Practicaba deportes?
¿Por qué se quedó viviendo tanto tiempo con sus padres?
¿Era homosexual?
También encontré sus dos testamentos en ese mismo portal.
He intentado traducir el primero procurando mantener el orden de lo expresado (la formulación utilizada es endiablada y asaz dificultosa de traducir respetando ese orden):
Liebster Max, meine letzte Bitte: alles was sich in meinem Nachlass (also im Bücherkasten, Wäscheschrank, Schreibtisch zuhause und im Bureau, oder wohin sonst irgendetwas vertragen worden sein sollte und Dir auffällt) an Tagebüchern, Manuscripten, Briefen, fremden und eigenen, Gezeichnetem u.s.w. findet restlos und ungelesen zu verbrennen, ebenso alles Geschriebene oder Gezeichnete, das Du oder andere, die Du in meinem Namen darum bitten sollst, haben. Briefe, die man Dir nicht übergeben will, soll man wenigstens selbst zu verbrennen sich verpflichten.
Dein
Franz KafkaQueridísimo Max, mi último ruego: todo lo que dentro de mis bienes personales (o sea en las estanterías, ropero, escritorios de la casa y de la oficina, o de cualquier lugar donde podrían haber ido a parar y lo hubieras advertido) sean diarios, manuscritos, cartas -propias o ajenas-, dibujos, etc., quemarlo por completo y sin leer; así como todo escrito o dibujo que tú u otros -te ruego reclamarlos en mi nombre- pudieran tener. Comprometiéndose por lo menos a quemar las cartas que no te quisieran entregar.
Tuyo
Franz Kafka
Y con esta traducción del testamento de Kafka me despido temporalmente de mis improbables lectores y/o lectoras hasta después de la llamada Semana Santa.
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HjorgeV 29-03-2013