«LA COLMENA»

Luego la avenida y nada más,

como un ave que ha extraviado

su nido. El cuerpo siempre detrás, 

acechando el momento para retomar

el origen: la esperanza es lo último que 

se pierde, pero hay que tenerla primero.

.

Luego las luces rasgando

el horizonte: una serpentina tenaz,

tras la que el adolescente otea el camino a casa 

mientras madre lo llama a lo lejos, no vaya a ser que dé 

las seis el ciego Santiago y no haya regresado ni siquiera padre.

.

.

HjorgeV

21.07.23

IMÁGENES DEL FUTURO

Me vi en un video reciente. Estoy cantando. La espalda algo encorvada, el cabello más veteado. Nada especialmente detestable, pero alejándose poco a poco de cierta imagen de la que mi memoria se niega a desprenderse.

Nos pasa a todos: un día nos descubrimos en una foto y nos cuesta entender que la persona que nos muestra eres tú.

El otro día había comprado filetes de tilapia para hacer un cebichito. Ahora, que por fin he dado con las medidas y proporciones exactas de sal (lo más difícil acaso, aunque no lo parezca), suelo prepararlo a menudo en casa.

Una recomendación en la envoltura indicaba que debía mantener el pescado a 2ºC. Como no quería que se congelara, lo dejé unas horas en la refrigeradora, junto a los lácteos.

Después de prepararlo, tuve que tirar el cebiche a la basura, por el desagradable y extraño sabor que tenía.

Esa noche no pude dormirme enseguida, pues aún conservaba ese raro sabor, como una etiqueta pegada sobre mi lengua, y temí haberme intoxicado. 

De modo que me puse a leer y así llegué a una entrevista que le habían hecho a Varguitas. En la foto que presidía la pieza, se lo veía pasado de años, de alguna manera reconocible e irreconocible a la vez, como en esa caricatura de nosotros mismos con la que suele aguardarnos el futuro. 

El gran Marito declaraba, tras finalizar su última relación (una historia de celos, malentendidos y pésimos cálculos, además de vano glamur: perdón por el pleonasmo), que no se arrepentía de nada. Como si fuera posible algo así: quien dice no arrepentirse de nada, alguna vez termina arrepintiéndose -por lo menos- de haberlo dicho. (La vida, en ese tema, no perdona.) 

¿O le quedaba a Varguitas la satisfacción de no verse obligado a escribir sobre una relación que, pocas décadas atrás, solo habría podido vivir desde su tumba? 

Los humanos lo tenemos más difícil. El pescado se nos malogra. Por la noche se nos friega el estómago. Y no solo el espejo nos asombra por las mañanas.

Y encima, por no poder dormir, terminamos leyendo sobre las aventuras que Varguitas ha pasado a través de ciertas junglas y sus no arrepentimientos.

¿Moraleja? 

Del fútbol, del espejo y de la literatura no hay que esperar nada, como en la vida misma. 

Es mejor arrepentirse siempre de todo y de nada. 

A la vez. Y luego al revés.

Para que no quede huella alguna de nada.

HjorgeV

Colonia, 22.04.23

VIDAS PROPIAS

 

Durante una buena época escribí en este cajón de-sastre a un ritmo de casi una entrada por día, cada una de varias páginas.

Fue una etapa especialmente prolífica y gratificante, a pesar del esfuerzo, la concentración y el compromiso que exigía la tarea. 

Para mantener ese ritmo casi diario (como si se tratara de un trabajo pagado), tuve que ir desarrollando varias estrategias, entre ellas la de pergeñar o empezar varios artículos a la vez, que luego iba completando.

Asimismo, me hacía listas de temas e historias que deseaba tratar en el futuro.

Paralelamente, escribía mi novela de turno y por las tardes traducía al alemán lo que había escrito por la mañana. Para ello me levantaba a las cuatro y me acostaba tempranísimo, muerto de cansancio. 

El resto del tiempo que me quedaba (cuando me quedaba, pues tenía otras ocupaciones y mi familia) lo utilizaba para escribir en esta bitácora, que, comparado con lo que me exigía la doble novela, resultaba una verdadera válvula de escape para mí. 

Fue un experimento rarísimo (que, curiosamente, no recuerdo como un esfuerzo desagradable), pero lo fue sobre todo por sus resultados: 

Por una parte, me acostumbré a escribir cotidianamente, sin esperar a que se me iluminara la materia gris o me llegara la inspiración, la mentada musa. 

Me dejaba alumbrar -sin pretender alcanzar la genialidad- por una famosa frase de Thomas A. Edison:

       «Genius is one percent inspiration, ninety-nine percent perspiration.»

Me interesaba sudar mucho y estaba dispuesto a hacerlo, y esperaba que ese uno por ciento no fuera tan malo como resultado.

No obstante, en un momento determinado empecé a ser parte de un fenómeno muy especial y bizarro:

Al traducir la novela al alemán por las tardes, la misma prosa o los personajes o la trama me jalaban para otro lado (el suyo), convirtiendo esa experiencia traductora en una doble tarea: 

Por una parte, la de la simple traducción. Y, por otra, la de no dejarme tentar ni arrastrar por esas particulares sirenas de Ulises (que exigían su libertad).

 

Si los personajes y la trama se negaban a ser traducidos y exigían su propio camino, ¿quién era yo para negárselo?

Así que un día les abrí la puerta y los dejé salir. 

Esa novela debe seguir ahí, en alguno de mis archivos, esperando ser revisada y corregida.

Acaso aún indignada y molesta porque no pudo optar por la intensa libertad de su gemela.

 

 

HjorgeV

Colonia 28.02.23

«SABER MANTENERSE»

Saber mantenerse alejado de 

uno mismo. De esa parte que clama 

sangre y venas

garras, espinas 

De la memoria de ese vendaval que

marcó tus días más de lo que te 

dejó a cambio

(Los amores de verdad siempre te

dejan en deuda contigo

mismo)

Refugiarse por eso en un verso

O en un estribillo

Nunca estarás solo ni sola:

tus pesares ya fueron las canciones

de otros (precisamente porque 

eran únicos)

Refugiarse en esa mirada que

te descubría el mundo cada

mañana como una

llave universal

secreta

O en el candor con que rodeaba

tu cintura con un abrazo 

de fuego

Cuando el esternón canta

el dolor deja su

refugio 

HjorgeV

Colonia, 17.01.23

«LUZ ESQUIVA»

Cielo perenne: 

Luz esquiva de los

primeros pasos:

un blando pie tras 

otro

Al final del torbellino

de tus piernas 

te esperaba ella para redimirte

de todo con un gran

abrazo

Mientras, 

el mundo detrás

os observaba como un

espectador que

se ha colado

sin pagar

pero entiende y se

alegra más que el público de las

butacas más

onerosas

HjorgeV

Colonia, 08.12.22

«LA PRIMERA ESTRELLA»

Volver al primer paso: 

a esa estrella que fue 

la primera palabra de

ánimo que escuchaste 

de sus labios

 

Océano y foso a la vez:

al otro lado de cada paso te

esperaba su abrazo seguro

 

Volver a esa estrella, reaprender

a contemplar todo

desde lejos 

 

Lo que vemos 

siempre puede ser solo 

la luz de un astro ya extinguido

 

HjorgeV
Colonia, 25.11.22

TÚ QUÉ SABES, PABLO

Aún no había cumplido los diez años, andaba recién por los ocho tal vez. 

En una pausa de nuestros juegos vespertinos, encontré llorando en la puerta de la casa de nuestro vecino a su empleada doméstica. 

Le pregunté qué le pasaba, con la extrañeza del niño que no sabe qué sucede y no encuentra explicación, y ella me dijo que acababa de morir Él. 

Le pregunté a quién se refería, quién era, cómo se llamaba. Se asombró francamente de que no lo supiera, pues había aparecido en todos los diarios, y, cuando me mencionó su nombre y su nacionalidad, y le dije que no podía conocer a alguien que vivía en un país tan lejano, volvió a romper en un amargo llanto. 

-Pero si ni siquiera te has encontrado alguna vez conél -le dije-. ¿Cómo puedes llorar por alguien que nunca llegaste a conocer?

*

Cuando murió mi madre, tuve grandes dificultades para afrontar el duelo, acaso como los niños que para no ser vistos cierran o cubren sus ojos. De alguna manera inevitable para mí, en el fondo me hacía el cool.

Sin embargo esta mañana, al enterarme del deceso del autor de Yolanda, las lágrimas me han brotado espontáneamente.

Quizá porque me pasé una temporada escuchando esa canción a toda hora, en una fase muy dura de una relación que aún no me ha cicatrizado. (Yo también bebí de la educación sentimental que antes acaparaban los boleros, con sus letras trágicas, y las baladas con su melodrama. Pablo Milanés era un género musical aparte, en sí mismo. Para vivir.)

Tal vez por eso existen los ídolos. Porque en ellos podemos reflejarnos sin temores ni ambages. Porque no es lo mismo que se muera alguien que solo conoces por su arte, de lejos, que se muera un ser muy cercano y querido.

De ahí la absurda importancia que suelen alcanzar. Porque con ellos podemos practicar la adoración y el sufrimiento, la expresión de sentimientos que de otra forma no seríamos capaces de sacar fuera. Y todo eso sin ninguna consecuencia real.

La empleada de nuestro vecino tenía razón cuando le pregunté cómo podía llorar por alguien que no conocía.

-Tú que sabes -fue su respuesta aquella vez y yo no supe qué decirle.

Ahora lo sé.

 

HjorgeV 22.11.22

«DESPRÉNDETE DE TUS OJOS»

Despréndete de tus ojos y, si

aún puedes ver, no olvides

restregar mi

voz sobre tu 

piel

 

Quítate las orejas y, si

aún te permiten oír, borra con

ahínco mis

sabores de sus

pliegues

 

Quítate el corazón y, si

aún late,

arrójalo contra las

piedras, enséñale el

valor de las cosas que solo se

pueden aprender

al rojo 

vivo

 

Quítate finalmente

tu cuerpo y, si

aún lo percibes,

acuéstalo aquí

a mi lado:

 

junto a

esta opacidad tras- 

lúcida que no entiende

nada si no te sabe

cerca

 

HjorgeV
Colonia 20.11.22

«PARQUE HUMANO»

Agrupar lo vivido hasta

la fecha

Romper tu almanaque

luego

La beterraga no 

late aunque

parezca sangre

su efusión

De mis costillas

saldrán los gusanos

que mejor representarán

esa danza de la que

nadie se salva

Un dios siempre es

un misterio 

 

Un misterio eterno

que por definición

nunca podrá

mostrarse

 

Surge una idea

La mano tiembla ante

la posibilidad de

contrariar a la

mente que

la guía

Agrupar lo vivido

hasta la

fecha

 

Interpolar líneas

para separar

la inmundicia

de la nieve:

 

Terminar con un

cuadrado perfecto

hecho de finas

espinas sin espacio

intersticial

Soberbio parque 

humano

Río de fascinación y

exigencias 

mutuas

HjorgeV
Colonia, 18.11.22

 

«OBLIGACIÓN MATERNA»

 

 

De un botón del abrigo

de mi madre

sangra una

madeja.

 

Es la luz que

ciega se atraganta

cuando es trovada en las

copas más altas

de su oído.

 

Es la razón que 

desconoce cuando se

pone a recitar

sobre la arena, pisoteando la

huella de quien

no quiso dejar

ninguna.

Nunca.

 

Recuérdame, madre,

cuando vayas a tejer

la sombra exacta de tu

pasado, 

cuando vayas

a reparar en quién te

hizo más 

daño.

 

HjorgeV

Colonia, 11.11.2022