A Núria Fusté le anunciaron el mes pasado que la sección secundaria de su escuela cerraba y que se quedaba sin trabajo.
¿Qué hacer para no rendirse? ¿Cómo conseguir un nuevo empleo antes del inicio del nuevo curso?
Bióloga, profesora de ciencia durante quince años, dos niños pequeños: no quería enviar un currículo común y corriente a pesar del poco margen de tiempo que tenía.
Y se puso a pensar.
Le fascina hacer galletas.
Así que se le ocurrió utilizar esa actividad como metáfora guía para mostrar su capacidad de enseñar de forma experimental y creativa.
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Su ventaja adicional: su pareja es camarógrafo.
Pero había que definir las ideas, escribir el guión, escoger las tomas, cuidar los detalles, cortar y editar el producto final. Y todo eso sin desentenderse de la familia y del trabajo que implica.
El resultado es una pequeña obra de arte en varios sentidos.
Y usos.
Nos hace recordar, por ejemplo, en esta era de comidas que no quitan el hambre y de bebidas que no aplacan la sed (El Rotodixit), que la ciencia debe estar al servicio del ser humano.
Y que, más que increíbles conocimientos y tecnología que solo sirve para que unos pocos acumulen (más) dinero y provocar envidia inútil (el verdadero motor del consumismo).
Se necesita urgentemente personas como Núria Fusté.
Gente con ideas para el bien común, que crea y persevere en ellas.
Y que esté dispuesta a esforzarse con paciencia (y placer) para alcanzar la meta que exigen esas ideas.