Una cosa lleva a la otra.
Leyendo un artículo del escritor español Vila-Matas, llegué a un autor limeño del cual apenas conocía unas líneas, casi nada, y al que había vuelto a perder de vista, después de haber estado intentando seguir su rastro.
Si tengo suerte, pronto un amigo que viene de Lima me traerá un libro de Enrique Prochazka (Lima, 1960).
Se trata de un autor bastante insólito, alguien que declara sin mayor empacho no estar interesado por la luz pública.
Las palabras que más habían impresionado al catalán Vila-Matas y que produjeron un efecto aún más intenso en mí (porque sabía muy bien a qué lugares de mi ciudad se refería), provenían de una carta o mensaje que Prochazka había enviado a la bitácora de otro peruano (que también desconozco: una de las desventajas de mi ‘exilio voluntario’ alemán), Gustavo Faverón.
Eran, entre otras, las siguientes:
“Vivo en una especie de distante Sydney del espíritu, que se llama Lima. Camino un sábado por la noche de Magdalena a Chacarilla, pasando por todos los sanantonios y centros culturales y cafés, y literalmente no conozco a nadie, y nadie me saluda ni conoce mi cara. Me borré en paz, hace años. Entro al Virrey lleno de clientes, compro un libro, dos libros, salgo del Virrey: nadie sabe quién soy. Me borré y ni siquiera por completo, como Pynchon.“
Qué lección, me dije, al terminar de leer la referida carta.
Me acuerdo que pensé y lo puse como comentario en la bitácora aludida:
“Ahora me tengo que sacar los zapatos para poder salir sin hacer ruido a la calle, y rogarle al primero que pase que me lleve al aeropuerto. En plena nevada.
Me creerán loco, porque aquí donde vivo, ¿quién sabe verdaderamente en qué sección del universo vive y respira Lima, la del Cielo Color Panza de Burro, marca registrada? Y sin embargo, con un par de certeros trazos de muñeca –que seguramente ni siquiera querían serlo-, Prochazka, Enrique, me ha hecho pasear a pie y descalzo desde Magdalena hasta Chacarilla, pero sobre lejana tierra alemana.”
En un simple mensaje, Prochazka había dejado varios fragmentos sencillamente de antología.
Empezando por ese altamente poético «Camino un sábado por la noche de Magdalena a Chacarilla, pasando por todos los sanantonios y centrosculturales y cafés, y literalmente no conozco a nadie, y nadie me saluda ni conoce mi cara. Me borré en paz, hace años.»
(Curioso que en el original haya escrito ‘sanantonios y centrosculturales’. Lo segundo lo intuyo a pesar de la ortografía. Lo primero lo ignoro. Solo sé que San Antonio es un barrio que está, más o menos, entre Magdalena y Chacarilla.)
A continuación, agregaba:
“¿A quién le hablo? Mi más reciente excusa es que hago literatura para extraterrestres. Un amigo mío dice que eso ya existe; se llama ‘plegaria’.”
Esta me pareció otra frase de antología: la ciencia ficción vista como una plegaria a los extraterrestres. O dios visto como un ser extraterrestre.
Sencillamente genial.
Más o menos el mismo sabor que me acababa de dejar días atrás una relectura de El centinela del recientemente trasladado –a otra galaxia- Arthur C. Clarke.
¿Que a quién le habla Prochazka?, me pregunté. ¿A los extraterrestres, dice?
Yo que ni siquiera soy extrapedestre, aunque no se había dirigido a mí, lo había ‘escuchado’ perfectamente.
EL ESCRITOR BORRADO
Me borré, dice Prochazka.
Borrarse es una expresión coloquial que todavía debe usarse mucho en Lima. Uno no se va discretamente, uno se borra. Uno no desea que alguien se vaya o desaparezca, desea que se borre.
Alguna vez Prochazka debió darse cuenta de que no podría vivir de su literatura y se lo tomó como el deportista que es.
En realidad, es tan multifacético que no podría ir por la vida solo como escritor.
De hecho, es funcionario estatal y ha sido, entre otras cosas, según sus propias declaraciones, además, “guía de montaña, capataz, fotógrafo, confeccionista, editor, guionista, entrenador de una selección deportiva y modelo publicitario».
Así como hay gente que se desespera por hacerse conocida (aunque fuera por los 15 minutos warholianos de rigor) entiendo a los que conocen el mismo terror que debe sentir una simpática e indulgente muchacha que hace la calle, cuando en plena reunión familiar, descubre a uno de sus clientes en ella.
La verdad, he llegado a conocer escritores que hubieran podido cambiar sin mayores remordimientos su propia producción literaria por un poco de fama.
Por ser conocidos. Reconocidos.
Aunque nunca más volvieran a escribir una sola línea.
La tentación por el éxito es grande, me lo puedo imaginar. Y no solo en la literatura.
ESQUIVANDO LA LUZ PÚBLICA
Otros, como Prochazka, evitan al público. Me imagino que porque sabe inteligentemente que así como eso puede tener de reconfortante, también lo puede tener de aniquilante.
Otras palabras prochazkianas:
“La mayor parte de este tiempo he logrado insistir en la producción de ficciones literarias y algún ensayo. Siempre me interesó más el procedimiento por el cual se crea un texto que su destino una vez que está listo; así, publico escasamente y, como escritor, más bien esquivo la luz pública”.
Es preciso prestar atención a estas líneas.
Allí donde cualquier otro diría que ha escrito ficciones y algún ensayo, Prochazka habla de haber insistido en la producción de lo mismo.
Es decir, habla de producir, de insistencia y sudor, que, considero, es una descripción más afortunada de lo que significa el trabajo con las palabras, el oficio de escribir.
En algo aparentemente tan trivial, sabe expresarse, sabe escoger las palabras apropiadas para lo que quiere decir: cumpliendo el primer requisito que otros también llamados escritores, pisotean con facilidad.
LA PEOR PELÍCULA: PESQUISA SIEMPRE FRUCTÍFERA
Tiene también una afición que comparte con otros amigos limeños, algo que yo conocía de mi adolescencia y que consistía en visitar cines de barrio más o menos vacíos para reírnos a patada limpia de las películas malas malísimas.
Solo que nosotros no lo hacíamos tan sistemáticamente como lo explica en un artículo llamado Elogio del mal cine y que no deberían dejar de leer, si les gusta divertirse.
(No se dejen confundir por el aspecto de la página ni por la fotografía de presentación. El autor del artículo es él, E. Prochazka. Diversión e inteligencia aseguradas.)
Le ha puesto, incluso, un nombre a esa afición que él llama ‘movimiento’ (para parecer elaborados, claro):
«La cacocinefilia, como bautizamos al movimiento para parecer elaborados […], se reduce a revisar con alegría la cartelera en busca de la peor película que pudiera haber. A diferencia de su contraria, esta pesquisa es siempre fructífera.»
Aquí uno de los fragmentos más ruiseños del mismo artículo:
«En otra escena de la misma película, un centinela (bad guy) vigila desde su nido de ametralladoras que, bajo los invernaderos de plástico, los esclavos (good guys) cultiven unas raquíticas verduras. Según se explica, sólo éstas pueden crecer bajo atmósfera controlada en aquella futura tierra radioactiva. Los fundamentos científicos, o la mera lógica de todo ello se nos escapa, en especial si consideramos que el vigía y su armamento están instalados en lo alto de un verde y robustísimo olmo.»
Me imagino que Prochazka es una de esas joyas casuales que uno encuentra a sus pies de pura casualidad en la vida. O nunca lo hace, simplemente.
La historia del mundo está llena de visitas y encuentros que tendrían que haberse producido y nunca se dieron ni se darán jamás y, sin embargo, la Función continúa.
Por eso, frente a un autor como este Enrique, y cuyo rostro me hace recordar a ese gran actor francés llamado Alain Delon (por si a alguien se le pudiera haber ocurrido remotamente que su decisión de borrarse tiene que ver con cierta característica de su aspecto físico), hay que saber decir Gracias.
Con mayúscula.
Palabra demasiado corta, pero nada infalible ni esquiva, en este caso.
HjV 01-04-2008
Fuentes y enlaces:
http://www.librosperuanos.com/autores/enrique_prochazka.html
http://cesarbe.blogspot.com/2006/01/elogio-del-mal-cine.html
http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Interiores/elpepuespcat/20070617elpcat_8/Tes
http://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op00963.htm
http://www.elhablador.com/resena7_4.htm
http://otrosdesvarios.blogspot.com/2006/01/ese-extrao-seor-llamado-enrique.html