«DECEPCIONADOS Y OFENDIDOS»

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Son legión. Cada mañana llegan

a la Tierra por oleadas invadiendo

sus calles, tiendas, entidades

y oficinas con su mal humor.

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Duermen con sus teléfonos bajo

la almohada para no perderse ningún

clic de los que odia y envidia a la

vez, aunque esto es recíproco.

..

El rey Sheram de la India quiso

premiar al inventor del ajedrez

y este colocó un grano de trigo

en la primera casilla del tablero,

diciendo que le bastaría con que se

duplicara su número en cada nuevo

escaque hasta completar el tablero.

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¿Nada más?, se asombró el rey.

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Los decepcionados esperan una

recompensa similar, a pesar de

conocer el final de la historia.

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Pero la ambición y la angurria

les impide reconocer sus límites,

que son su incontrolable droga.

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Nadie les prometió nada.

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Ningún contrato se firmó.

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Pero despiertan cada día con

una lista de exigencias que los demás

tienen que cumplir, sin aceptar un No.

.

Y ahí van: camino de la oficina, del

negocio o empresa donde dejan los

mejores años de su vida, solo para

que un imbécil acumule más tableros.

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HjorgeV 14.07.2017

«RÉQUIEM»

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No creas en nada, cree

en ti,

que, después de

todo y antes que

nada, también 

eres

nada.

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No intentes

detener al viajero (aunque

no sepa su destino:

coincidirás con él en el último,

que es común a todos

sin excepción),

o sea, tampoco te detengas

a ti mismo pues

volverás a

encontrarte (aunque no te

reconozcas).

.

No pienses mucho en un

futuro mejor mientras

avanzas,

que el futuro se convierte en

pasado cada segundo

y te lo podrías

perder

por estar

pensando demasiado en

él: en este

instante, por

ejemplo.

.

(Vívelo, que siempre es

mejor

que solo dedicarse a

contemplarlo.)

.

Pero lucha y no

te rindas que

la vida se convierte

ferozmente

en pasado como

una bestia obligada

a retroceder y

encogerse,

muchas veces sin llegar

a entender las cosas

del presente:

.

Los llamamos

sueños rotos, pero

deberíamos llamarlos

los sueños

que no nos deparó

la dirección

del viento.

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La felicidad está a la

vuelta de la esquina,

nos decían las tías

más optimistas

(una de ellas murió porque

los médicos no supieron

dar con su apendicitis

a tiempo), y así nos

acostumbramos a

mirar ansiosos al final

de cada calle,

.

como

si la felicidad

fuera un monumento

en medio de una

maravillosa

plaza 

apta solo para

distraídos.

..

Pero un día

empiezan las derrotas y

crees notar que

la

muerte está

en cada calle,

en cada hora, incluso en las

más risueñas, muy

cerca:

la llamada

de la bestia

encogiéndose

que no admite

peros ni

contemplaciones.

.

Entonces las campanadas de la

iglesia se convierten

en el funeral diario

que nadie se desea para sí.

.

Como si hasta eso fuera

negociable.

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HjorgeV 09.07.2017