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Sigo con especial interés el Caso Bankia español porque barrunto que algo parecido ocurre en muchos países de Europa.
(Incluido este en el que vivo, Alemania.)
Solo que se camufla muy bien.
¿Qué tiempos son estos en los que es posible que un banco europeo presente oficialmente cierto beneficio cuando en realidad tenía pérdidas 100 veces mayores que esa anunciada ganancia?
Si Bankia anunció un beneficio de 41 millones para el 2011 y su consejo acaba de reformular la cifra y anuncia pérdidas por 3.318 millones, ¿qué anuncio se puede esperar mañana?
¿Ya estamos en la Europa Bananera?
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Obviamente no son las cifras definitivas.
Cuando se trataba de guapear con cierta buena imagen, el banco se presentaba como exitoso: mostraba oficialmente ganancias.
Cuando sus directivos y (vamos a decir) Amigotes se dieron cuenta de que podían socializar sus pérdidas y obtener aún más ganancias sin mover muchos dedos y sin que los contribuyentes españoles se quejaran, multiplicaron simplemente por cien esa falsa cifra.
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¿No era que estábamos en la Era de la Información Al Instante?
La Era del Gran Robo (con ayuda de la cibernética) debería llamarse.
Mejor aún: la Era de la Ingeniería Creativa Contable.
Hasta ahora en España (¿quién cree que en el resto del mundo no se cuecen las mismas habas?) los responsables directos de las mayores quiebras de la historia del sistema financiero de ese país, no solo no han tenido que rendir cuentas.
Ninguno de ellos ha devuelto las abominables indemnizaciones que ellos mismos se decretaban.
Ninguno ha ido a prisión.
Por robar una cartera para comer o drogarse más de uno ha ido a parar años a la cárcel.
¿Cómo asombrarse cuando aparece la Indignación Ciudadana?
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Basta ver la fotografía de los nuevos directivos de Bankia.
Son tipos (una sola mujer entre ellos) que parecen haberse enterado hace un momento de que han ganado la lotería o un paseo lujoso de años por el mundo con todo pagado.
¿Así se presentan bomberos o médicos ante una catástrofe o emergencia?
¿O no es una emergencia la que está pasando España con sus finanzas?
Los talibanqueros (ahora se ve que no era exagerado el apodo), no solo se regalan el dinero entre ellos, también saben falsear cuentas.
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El Caso Bankia es el Caso Europa.
¿Una de las farsas más largas de la Unión Europea, por recién descubierta?
Ni hablar.
El ingenio humano, la farsa humana siempre es más larga que cualquiera de las pobres migajas que reparte.
Se descubrirán más.
No es potestad únicamente española el falseo de cuentas.
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Y ya que estamos en el tema.
Acabo de toparme con un video en el que Angela Merkel, la canciller alemana, visita un curso de preparación para extranjeros que desean obtener la nacionalidad alemana.
A algún político se le ocurrió alguna vez que estas personas deberían pasar un examen.
No faltaría más.
La idea debió contagiar rápidamente a muchos más políticos y se creó una comisión que determinó cómo debía ser ese examen.
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Les debió tomar meses de preparación (todo pagado con el dinero de los contribuyentes).
Más meses de pruebas. Quiero imaginarme.
Pues, bien.
La canciller alemana se animó a hacer un ensayo en uno de esos cursos, como si fuera una inmigrante aspirante más.
Y patinó feo.
Porque tenía que ubicar Berlín en un mapa de Europa.
Y, tratando de guiarse por su ciudad natal, Hamburgo.
Terminó señalando Rusia.
¿Le arrebatarán ahora esos mismos políticos la nacionalidad a Merkel o harían bien en devolver el dinero que recibieron por su trabajote?
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Por cierto, no me ha sido posible ubicar en los medios alemanes ni una sola mención a este desliz de su Kanzlerin (en alemán sí existe el femenino de canciller).
Los de Chávez o Evo Morales nunca faltan, claro.
Es la gran transparencia imparcial de los medios alemanes.
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Tenemos políticos por montones. Lo que hace falta son estadistas.
Aquí y en la Cochinchina.
Hace un par de semanas Rajoy, el presidente español, sostuvo que no habría ayuda pública para la banca.
Qué desparpajo el de este político.
Su ministro de economía, por su parte, calculó hace una semana que el dinero público que iba a necesitar (solo Bankia) sería de 12.000 millones de euros.
Siete días después (abracadabra) ya se mencionan cifras que tri-pli-can ese cálculo ‘experto’.
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Las palabras de un presidente y las de un ministro no valen nada.
Lo que dicen se deprecia en cuestión de días.
Por eso se ha vuelto natural que vivamos en la incertidumbre y en la desconfianza en nuestros propios políticos e instituciones.
Sin embargo, para solucionar su crisis (otro abracadabra) Europa está recurriendo a los mismos que estuvieron en su origen, como bien subraya el filósofo Daniel Innerarity (Bilbao, 1959).
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El mal europeo es endémico y tal vez se pueda resumir con una frase del escritor griego Petros Márkaris (Estambul, 1937):
(Encontré una de sus novelas –Defensa cerrada– en mi paso por la costa catalana el año pasado, en una oscura tienda que vendía ‘residuos consumistas’ de todo tipo: revistas y libros de desecho, artículos pasados de moda, juguetes y chucherías inclasificables. Entré, atraído por la magia del lugar: alguna vez así serán nuestras tiendas del futuro, me dije, cuando guerras, catástrofes nucleares, sabotajes y el agostamiento de ciertas materias primas acaben con diversas industrias. Salí con una novela de Márkaris y el Rey Lear. Así será también el futuro, me dije: la cultura formará simplemente parte de los desperdicios de nuestra llamada civilización.)
«Convencer a la gente de que su único sueño debe ser llegar al éxito financiero y a la prosperidad en el menor tiempo posible, sólo puede conseguirse mediante el dopaje. El problema de este sistema es que nunca dejarás de doparte porque siempre vas a estar detrás de un éxito mayor, igual que los deportistas. Y así terminas arruinando tu cuerpo.»
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Europa ha apostado ciegamente por el Consumo como la panacea para todos sus males.
Pero el consumo no viene solo.
Lo peor y grave del consumismo es que la gente termina pensando que todos los problemas se pueden resolver comprando.
Que, como dice Zygmunt Bauman (Polonia, 1925), terminamos creyendo que para todos nuestros problemas siempre hay una solución en las tiendas.
(Recordé un caso menos barato: una pareja que se compró una casa en este pueblo. A los dos meses de inaugurarla se separaron y tuvieron que rematarla.)
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He estado rumiando todo esto mientras leo (nunca la acabaré de leer) la trilogía de Luigi Pintor (Roma, 1925-2003) que ya he mencionado en esta bitácora.
En la siguiente entrada me ocuparé de este genial, extraordinario y sorprendente escritor italiano.
Baste una muestra, de su novela (?) La señora Kirchgessner:
«Deploro al señor Tocqueville, quien consideraba a los pieles rojas carentes de ambición porque solo deseaban un arma para cazar, una manta contra el frío y un cielo sobre sus cabezas. No comprendía que la simplicidad es una ambición desmesurada y es la esencia de la libertad.»
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HjorgeV 30-05-2012