Hay músicos que tocan como si en cada pieza se jugaran su futuro y se les fuera la vida en ello.
O como si no existiera ninguno posible.
Se acaba un año.
Un año (cualquier medida del tiempo: una canción, un latido, una generación, una carrera) siempre se está acabando.
Es su naturaleza, su espiral: de la misma manera que una pieza de jazz vuelve a su tema original después de recorrer universos y sueños al borde del caos y el delirio.
Cuando den las doce y celebremos en la medianoche de cualquier ciudad el fin de este año y la llegada del Nuevo, este ya habrá empezado a despedirse. No hay remedio.
Es el misterio de la vida. Del tiempo su verdad, diría alguno.
Sin tiempo no habría vida. No habría cumpleaños ni Años Nuevos.
Seríamos solo pálidos reflejos inertes colgando de diferentes puntos del universo al modo estático que plasmó Dalí.
Tal vez así se originó todo: el Universo no lo pudo soportar más y explotó. Y con su Big Bang creyó haber pasado a una nueva era expansiva, pero esta también empezó a consumirse apenas inaugurada.
Como todo año.
Como cada minuto que vivimos.
Que tu próximo año lo vivas como si se te fuera la vida en ello.
HjorgeV 29-12-2013