DIZZY GILLESPIE: «A NIGHT IN TUNISIA»

Hay músicos que tocan como si en cada pieza se jugaran su futuro y se les fuera la vida en ello.

O como si no existiera ninguno posible.

Se acaba un año.

Un año (cualquier medida del tiempo: una canción, un latido, una generación, una carrera) siempre se está acabando.

Es su naturaleza, su espiral: de la misma manera que una pieza de jazz vuelve a su tema original después de recorrer universos y sueños al borde del caos y el delirio.

Cuando den las doce y celebremos en la medianoche de cualquier ciudad el fin de este año y la llegada del Nuevo, este ya habrá empezado a despedirse. No hay remedio.

Es el misterio de la vida. Del tiempo su verdad, diría alguno.

Sin tiempo no habría vida. No habría cumpleaños ni Años Nuevos.

Seríamos solo pálidos reflejos inertes colgando de diferentes puntos del universo al modo estático que plasmó Dalí.

Tal vez así se originó todo: el Universo no lo pudo soportar más y explotó. Y con su Big Bang creyó haber pasado a una nueva era expansiva, pero esta también empezó a consumirse apenas inaugurada.

Como todo año.

Como cada minuto que vivimos.

Que tu próximo año lo vivas como si se te fuera la vida en ello.

HjorgeV 29-12-2013

ALFONSO GUGLIUCCI: ‘NOCHE SILENTE, NOCHE SAGRADA’

La música de un jazzista es una búsqueda, una improvisación constante: una lengua aparte y compartida solo parcialmente con los demás.

Un jazzista es un incomprendido por naturaleza, un poeta en continuo esfuerzo y juego por hacerse entender.

No puede ser de otra manera, porque cada quien escucha con los oídos de su biografía y del cuerpo que le fue dado; de lo que sabe y desconoce, de lo que ama y desprecia.

¿Cuánto se pierde en ese constante y poético ejercicio de pescar notas al vuelo, buceando en el silente bagaje de las propias experiencias y músicas ajenas, arriesgando por traducirlas al mundo de afuera?

¿Cuánto llega o trasciende inpremeditadamente: pescado por el oyente como si él mismo fuera parte de la improvisación e improvisador a la vez?

HjorgeV 25-12-2013

«STILLE NACHT, HEILIGE NACHT» (‘NOCHE SILENTE, NOCHE SAGRADA’) / «NOCHE DE PAZ»

CHET BAKER: «BLAME IT ON MY YOUTH»

Su canto intimista, con la voz a punto de romperse, como una trompeta al borde de un abismo soñando con sonar como una voz humana. O al revés.

En la primavera de 1952 Chesney Henry Baker (Yale, 1929 – Ámsterdam, 1988) fue elegido para tocar con Charlie Parker y el mundo empezó a quedar bajo sus pies, bajo su vuelo.

Pero esos fueron también los años en los que se aficionó a la heroína que lo llevó a ser el músico con -tal vez- el mayor número de prisiones europeas conocidas por dentro.

Dizzy Gillespie y la metadona lo ayudaron a volver a los escenarios después de perder años en el abismo y, en una paliza, todos los dientes.

Hasta que una madrugada de mayo del 88, la heroína y la cocaína lo lanzaron de bruces a los pies del mundo por el hueco de una ventana de un hotel de Ámsterdam.

No llegó a ver el documental sobre su vida que Bruce Weber ya tenía en la sala de montaje y que fue nominado para el Óscar de ese año.

HjorgeV 17-12-2013

WES MONTGOMERY: «’ROUND MIDNIGHT» (T. Monk)

Ellos jamás lo entenderían.

Tener un estilo propio equivalía a poner toda tu propia piel en la parrilla (o asador) y no preocuparte por saber si ese camino te salvaría del fuego eterno.

Más aún.

Tenía que importarte un pepino ser novedoso o no.

Se dice que su desconcertante técnica (pulsando y rasgueando solo con la yema del pulgar, con los demás dedos apoyados sobre la cintura de su instrumento) la desarrolló para no desvelar a su esposa.

Las interpretaciones del gran John Leslie (Indianápolis, 1923-1968), autodidacta como muchos de los grandes genios, siguen siendo una expedición en todo el sentido de su música.

Auriculares, por favor.

HjorgeV 13-12-2013

THELONIOUS MONK: «’ROUND MIDNIGHT» (~1940)

Hablar de Monk -básicamente un autodidacta- es como hablar de un Papa demente o de un gran gurú muerto.

¿Cómo avanzar con todo un grupo de la mano pero, a la vez, poniéndose amigablemente zancadillas, retándose a acertijos y misterios, dándose pistas falsas, cegándose y alucinando juntos, y con todo llegar siempre a la meta?

Tal vez sea cierto que el gran Thelonious Sphere (Carolina del Norte, 1917 – Nueva Jersey, 1982) sufría una alteración mental.

¿No es el mismo jazz una fascinante alteración mental, la más maravillosa de todas?

¿Y la música de Monk un raro caso de salud mental: por creativa, arriesgada, valiente, exploradora, delirante sin perder el rumbo, vital?

Escuchando ‘Round midnight -composición de Monk- se entiende por qué los griegos admiraban la locura y la consideraban una injerencia de los dioses.

Música para llevarse a la tumba, esa isla desierta destino de todos.

Con un buen par de auriculares instalados en el ataúd, la eternidad tendría que ser menos insoportable.

HjorgeV 06-12-2013

FRANK MORGAN: «SUMMERTIME» (G. Gershwin)

Ya era considerado el sucesor de Charlie Parker en 1955, el año que grabó su primer álbum y el mismo en el que Bird volaba para siempre.

Pero ese año también tuvo su debut carcelario por el tráfico de los objetos robados con que financiaba su adicción a la heroína, la otra huella parkeriana que seguía.

La cárcel era -fue, sería- todo, menos una vida fácil, de modo que cuando Morgan (Mineápolis, 1933-2007) salió de ella en 1985, treinta años casi ininterrumpidos después, tituló su primer disco Easy living.

La prisión le había robado de un gran zarpazo la mitad de su vida adulta, pero también le había conferido un largo y raro salto de tres décadas.

Una resurrección múltiple -a la vida en libertad, a los conciertos y los estudios de grabación de los ochenta- pero con un estilo y una sensibilidad original de los años cincuenta. 

HjorgeV 02-12-2013