(El formato caótico e inusual que aparece desde ayer aquí, me imagino que se debe a que se me está acabando el crédito en este medio: WordPress. Es decir, la posibilidad de publicar gratuitamente. Lo siento mucho. Tiene sus ventajas: esta aventura con mi Cuaderno Contable, por ejemplo, tal vez tendrá pronto su final.)
Contaba ayer mi experiencia en el supermercado con la que debía ser una pareja de romas.
Contaba que justo a la entrada había un alemán enorme pidiendo limosna con un plato, sentado sobre un banquito junto a su motoneta y dejando ver una sonda que salía de un aparato que parecía un ventilador pequeño moderno y se introducía en una de sus fosas nasales.
A este señor alemán nadie le daba bola. Parecía ser invisible.
La gente pasaba a su lado como si no existiera. Era algo altamente fascinante para mí.
Contaba también que justamente me estaba preguntando –ya dentro del supermercado- cómo reaccionarían los alemanes si en vez de un compatriota suyo se tratara de un árabe o un africano, cuando vi a la pareja de romas que menciono.
¡Ahora sí la gente no ahorraba verdaderos gestos de desagrado, desaprobación y punición hacia ellos!
¡Los mismos que afuera ‘no veían’ a su compatriota pidiendo limosna, dentro del supermercado se habían transformado y ahora veían cada detalle del comportamiento de la pareja aludida y su inquieto hijo!
Si existe una característica marcada del llamado ‘racismo’, esa es la de saber ignorar lo que no nos conviene por venir de alguien de nuestro mismo grupo étnico, pero, por otra parte, saber potenciar al máximo la misma falta o similar defecto o error si proviene de alguien de otro grupo étnico.
Debo aclarar, tal vez, que aquí en Alemania la atención médica es gratuita para todos los asegurados. (Cuando uno va por primera vez a un médico dentro de un trimestre, creo, debe pagar 10 euros a modo de gastos de administración.) Y todo habitante registrado está obligado a asegurarse, independientemente de si tiene trabajo o no.
(Para los inmigrantes ‘despapelados’, es decir, en situación migrante irregular, existen redes de atención médica gratuita, mantenidas por organizaciones particulares sin fines de lucro que sí hacen honor a su real vocación médica, atendiendo no de acuerdo al bolsillo del cliente, sino de acuerdo a la necesidad del paciente.)
Aún el más menesteroso tiene derecho a tener un seguro gratuito en este país. Por eso, el cuadro que brindaba el hombre en la puerta del supermercado, solo podía tratarse de una estafa. Por lo tanto, de algo escandaloso y punible.
De allí mi asombro al no observar reacción alguna en los rostros de la gente que tenía que pasar junto a ese paciente callejero.
Todo esto lo digo, porque hay una pregunta que no me deja en paz.
¿Cuál es el origen del racismo?
¿Por qué existe?
Los mismos tipos que en un estadio aplauden y llegan a prenderle velas y adorar (es un decir) a un jugador brasileño o africano, pueden pertenecer tranquilamente a un grupo ultraderechista aquí y dedicarse a hostigar a las minorías étnicas de este país.
¿Cómo se explica esto?
Esos mismos individuos, después de jactarse de haber agredido a un inmigrante en la calle, luego celebrarán una fiesta con música usamericana… hecha e interpretada por afroamericanos.
Tengo una tesis, qué digo, una sospecha, que estoy tratando de darle cada vez más forma, amparándome en los reciente descubrimientos y avances de la paleontología, la biopaleontología y la arqueología.
Llevo coleccionando información desde hace algún tiempo para ver hasta qué punto puede ser cierto esta sospecha.
Es una simple idea mía. No está en ningún libro, ni la he leído en ninguna parte.
De niño, una de las escenas que más me impactó viendo una película –creo que- de Tarzán, fue ver cómo un ‘blanco’ y un ‘negro’, ambos de aspectos muy feroces y en busca el uno del otro, se iban acercando de espaldas -sin saberlo- en la espesura de la selva.
Cuando, finalmente, sus espaldas chocan, se voltean rápidamente y quedan frente a frente, la cámara en la película capta primero el gran susto que se pega el ‘hombre blanco’ al ver al africano.
Susto que quedaba patentemente expresado en la ‘congelada’ posición exagerada de sus cejas, de sus ojos y boca desmesuradamente abiertos, y de las demás partes de su rostro.
Pero la cosa no quedaba allí, porque luego la cámara enfocaba rápidamente el rostro del africano, que se había quedado también ‘congelado’ en el mismo gesto de absoluto susto y pavor.
Los dos tenían el mismo miedo visceral frente al otro.
Bueno, se trataba de una película.
Me sucedió a mí, empero, hace muchos años, un día que iba de madrugada por una oscuras calles de Colonia.
De pronto, saliendo abruptamente de una especie de callejón, se me apareció un africano que se quedó con su rostro apenas a unos centímetros del mío dándome el susto de mi vida.
El tipo era moreno, muy moreno. De ese color de piel que parece casi azul negro de día.
-¡Me has asustado, Bruder! –espetó él, soltando una sonrisa de alivio y golpeándome el hombro para demostrar su sinceridad.
(Bruder significa ‘hermano’ en alemán. No lo usan los alemanes, pero sí muchos extranjeros, haciendo las veces de la palabra inglesa brother.)
Es decir, el tipo también se había dado el susto de su vida conmigo.
Me volvió a ocurrir no hace mucho, cuando una amiga de mi esposa llegó con su bebé muy rubio a visitarnos.
Debo antes decir que tengo el cabello negro y, cosa curiosa, por mis rasgos me suelen tomar por un italiano aquí en Alemania. Es decir, se nota simplemente que no soy un alemán y me suponen procedente de un país del sur.
(Justo hoy, en el entrenamiento con mi equipo de fútbol, otra vez curiosamente, un jugador italiano nuevo me preguntó: «Spagnolo?» Algo que hasta ahora no me ha dicho ningún español en España. Yo diría porque ellos reconocen en mí a un latinoamericano. En fin.)
A lo que iba.
Al recibir a la pareja con su bebé de menos de un año, sucedió algo muy interesante y seguramente terrible para el bebé.
Éste, al verme por primera vez, puso primero una cara de susto y después se puso a llorar inconsolablemente.
Claro, mis amigos podrían gastarme muchas bromas con este caso, pero a lo que iba era a otra cosa: lo mismo le pasó a mi esposa alemana en varios de nuestro viajes al Perú. Y creo que nadie podría hacer bromas en su caso.
En un puerto de la costa, incluso, había un niñito que se acercaba una y otra vez a mirarle sus ojos verdes como si fueran de otra galaxia. La primera vez que había visto a mi esposa, se alejó corriendo como quien –precisamente- ha visto los ojos del diablo.
Anécdotas y bromas a un lado, en ambos casos se podría argumentar que los niños estaban tan acostumbrados a ver personas de ciertos rasgos y características físicas, que, al momento de su primer contacto con fisonomías desconocidas para ellos, esto les había causado miedo.
¿Por qué?
¿Por qué no alegría, por ejemplo, o simple asombro?
¿Acaso los niños lloran cada vez que ven algo nuevo?
No sucede ni siquiera cuando ven a nuevos animales. Las habitaciones de muchos niños están repletas de libros con imágenes de ellos y de otros inventados.
Permítanme dar un paso más hacia la idea que mencionaba antes.
Uno de los argumentos de más peso que tienen las religiones para ‘demostrar’ la existencia de dios (es decir, de su particular dios), es que resulta más o menos patente para todos, que de todas las especies que existen sobre la Tierra el Mono Sapiens destaca nítidamente sobre todas las demás.
Tal si fuéramos unos seres especiales, concebidos como tales por un ser superior.
De este mismo argumento se sirven también los anti-evolucionistas.
Porque, si la Teoría de la Evolución fuera cierta, argumentan ellos, ¿cómo es posible que el hombre sea el único primate claramente más desarrollado que sus demás primos y parientes lejanos?
Es decir, ¿cómo pudo ser posible que siendo cierta la Teoría de la Evolución, solo una criatura fuera capaz de desarrollarse hasta alcanzar a tener un lenguaje y un cerebro para pensar? ¿Por qué ninguna de las demás no?
No es del todo descabellada la pregunta. Al contrario. Es perfectamente crítica.
En realidad, debería existir -permítanme fantasear- por lo menos un tipo de primate capaz de desplazarse exclusivamente sobre dos pies como nosotros.
O otro tipo de mono capaz de hablar y pensar, tal vez solo muy rudimentariamente.
Y otro tipo capaz de utilizar muchas y avanzadas herramientas.
Estos primos nuestros han existido a lo largo de la evolución. Pero ya no existen. Han desaparecido de la faz de la Tierra. Coexistieron con nosotros en diferentes fases de nuestra evolución, pero solo se sabe ahora de ellos por lo que me imagino se debe denominar osteopaleontología. Es decir, por el estudio de sus huesos encontrados.
¿Por qué solo ciertos grandes simios, como el chimpancé, el bonobo, el gorila y el orangután siguen existiendo, pero no todos los demás anteriores parientes nuestros de los que se tiene constancia científica de que sí existieron?
Solo para referirnos a la etapa más ‘reciente’ de nuestra historia y restringida sólo al Género Homo, por ejemplo, ¿qué se hicieron los individuos representantes de las siguientes especies?
- Homo habilis
- Homo rudolfensis
- Homo ergaster
- Homo georgicus
- Homo erectus
- Homo cepranensis
- Homo antecessor
- Homo heidelbergensis
- Homo neanderthaliensis
- Homo floresiensis
- Homo rhodesiensis
Y esto, sin pasar a preguntarme lo mismo sobre antepasados nuestros más antiguos aún, anteriores al género Homo, como los del género Australopithecus, por ejemplo, los primeros homínidos o primates bípidos, de los cuales se tiene la certeza que fueron completamente bípedos y de los que se han hallado esqueletos muy completos, como el de la famosa Lucy.
¿Qué se hicieron todos ellos?
¿Qué paso con el Hombre de Neanderthal (una localidad cercana al lugar donde vivo)? ¿Qué con el Hombre de Heidelberg? ¿O qué con el recientemente descubierto Hombre de Flores?
¿Se los llevó dios de regreso al paraíso?
¿Fueron secuestrados por seres extraterrestres? ¿Se suicidaron masivamente? ¿Sufrieron enfermedades mortales endémicas? ¿Pensaron que era mejor dejarle el paso libre al Mono Sapiens y se esfumaron?
¿Por qué se extinguieron?
Creo tener una respuesta para ello. Una sospecha.
La expondré mañana.
El cansancio me vence, después del duro entrenamiento nocturno de fútbol de hoy. Que estén bien.
HjorgeV
Sinthern-Pulheim, 31-10-2007