Fue más conocida como Nina Simone.
La mujer para la que Bennie Benjamin, Gloria Caldwell y Sol Marcus compusieron Don’t let me be misunderstood, éxito mundial un par de veces, pero que en su voz pasó desapercibido.
Una artista que se burlaba en plena actuación de los temas que cantaba.
Había que verla destruyendo/deconstruyendo Feelings, por ejemplo.
(«Qué vergüenza escribir una canción como esta», se le escucha decir en el video.)
Se burlaba del tema en plena actuación, para encumbrarlo después con un acompañamiento sobrio y vibrante a la vez, y coronarlo con un solo de piano.
Odio el sentimentalismo, era el mensaje.
Porque resulta que yo también soy una maldita sentimental.
Deconstrucción maravillosa la de esta artista que hoy habría cumplido 80 años. Performance a medio camino entre la burla y el suicidio artístico.
Pero burlarse para poder sobrevivir. Mostrando de paso su amplitud musical (sus diferentes fuentes genéricas), su conocimiento de la música clásica y su dominio de la armonía.
Y todo en una improvisación y cambios de tema constantes.
Tal vez como su propia mente.
Porque a mediados de los setenta le diagnosticaron esquizofrenia, complejísimo trastorno mental.
Empezó entonces a tener pensamientos suicidas y problemas de memoria.
Se volvió áspera e intratable. (Ya era altanera con quien creía que se lo merecía.)
«Yo no llevo una sonrisa pintada en el rostro como Louis Armstrong», fue una de sus frases más proverbiales.
Envuelta en problemas financieros y fiscales, tras la muerte de Martin Luther King abandonó su país y se fue a Barbados.
Convencida por Miriam Makeba (la del Pata Pata), pasó un tiempo en Liberia (originalmente, el lugar elegido para enviar a los esclavos afroamericanos liberados).
Residió después en Suiza y Holanda, y se estableció finalmente en Francia. También su última morada.
Actriz en sus audiciones, cantante-intérprete (cantantes hay millones), pianista, jazzista, compositora.
Se sentía en ropa de estar por casa en el blues, el rythm and blues, el soul y el gospel; sin hacerle ascos al pop.
Deconstructora de sí misma, mujer única. Díscola, ecléctica.
Sus canciones han sido utilizadas en películas (Sinnermann) y para publicitar perfumes (My baby just cares for me). Le asombraba.
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Una película sobre su vida sigue en proyecto.
Lisa Celeste, su hija, no ha aprobado a la actriz propuesta para representar a su madre.
Tampoco el guión, debido al acento puesto en el romance con su enfermero Clifton Henderson, homosexual.
¿Y?, me pregunto.
¿Habría sido acaso inverosímil una relación así en una persona como Nina Simone? Si ella misma tuvo épocas en las que se vestía como hombre.
(¿Qué habría dicho de la actitud de su hija?)
Solía burlarse también de sus propias canciones cuando actuaba: deformándolas, afeándolas o simplemente recreándolas en una suerte de tamización por los salones de la música clásica y otros géneros.
(Ver aquí My baby just cares of me en el Festival de Montreaux, ¿1993?)
Tal vez fue demasiado consciente de su múltiple ‘condición aparte’:
Mujer, música genial e hipersensible, excelente pianista, ciudadana lúcida, activista por los derechos civiles, pensadora antisistema, ídolo de multitudes, multisexual, esquizofrénica, rebelde y afro.
(No he querido poner ‘negra’. Porque tampoco pongo ‘blanco’ cuando me refiero a anglosajones. Además de que no sabría qué color usar -el blanco y el negro no lo son- para referirme a ese inmenso resto planetario que está en el medio.)
¿Cómo podía haberse desarrollado de otra manera una artista que a los diez años, en su primera actuación pública como pianista, había visto que sus propios padres eran desalojados de las primeras filas para ofrecerles sus asientos a asistentes de piel clara?
«Yo no soy como ustedes», dijo una vez en el Royal Albert Hall. «Yo soy de otro planeta.»
(Tal vez el Instituto Musical Curtis de Filadelfia nos hizo un favor a los mortales al negarle una beca para aspirantes a concertistas de piano a pesar de la magnífica audición ofrecida.)
(Después le explicaron que no la habían aceptado por el color de su piel.)
A veces parecía detestar a su público, tal vez porque no podía comprender que la quisieran. Para luego ponerse de rodillas y agradecerlo en actitud -aparentemente- contrita.
Utilizó el jazz para describirse a sí misma y a la vida:
«Jazz is not just music, it’s a way of life, it’s a way of being, a way of thinking; the new inventive phrases we make up to describe things»
Me permito traducirlo a mi way, como diría un fanático de Gringolandia, tratando de reproducir la rima inicial:
«Jazz es más que solo música, es una forma de vida, una manera de ser, una forma de pensar; las frases que nos vamos inventando para describir las cosas.»
Tal vez tendría que haber puesto «para describir el mundo».
Porque eso era/fue lo que ella seguramente quería/quiso decir.
Tituló A single woman (¿a?) una de sus últimas composiciones.
Una mujer soltera sería la traducción común.
O una mujer excepcional: por única, individual, sola.
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HjorgeV 21-02-2013
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Fuentes
http://en.wikipedia.org/wiki/Nina_Simone
http://thinkexist.com/quotes/nina_simone/
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/20/cultura/1361378628.html