GARY LINEKER NOS HABÍA MENTIDO

En alemán el verbo stürmen tiene varios significados: ‘asaltar’, ‘precipitar’, ‘hacer mal tiempo’ o ‘batir’ (el viento), entre otros.

Proviene del sustantivo Sturm que significa ‘vendaval’, ‘tempestad’ o, simplemente, también ‘tormenta’.

En el fútbol alemán, los delanteros reciben el nombre de Stürmer. (Los sustantivos se escriben con mayúscula inicial en el idioma de Heinrich Böll.)

Cuando los alemanes atacan, por eso, piensan en asaltar, en precipitarse, y hacer batir el viento en dirección del arco rival.

Atormentarlo, más o menos literalmente.

El tipo de juego más apreciado en este país es el juego rápido por las alas que debe concluir con centros forzadísimos y esforzadísimos –casi épicos- que a su vez, los Asaltantes, Precipitadores y Tormentosos o Atormentadores, deben terminar clavando, de ser posible, con disparos fortísimos en el arco contrario.

Ese es el fútbol que entusiasma a las multitudes en este país.

Lo que en el ámbito hispanoamericano se denomina centrar (lanzar la pelota desde los costados hacia el lugar comprendido entre el punto de penal y el arco contrario, u otro más adecuado o conveniente: hacia el centro) en alemán se llama flanken.

Es decir, lanzar el balón desde los flancos, desde los costados.

Mientras en castellano se enfatiza la necesidad de que el balón llegue al Centro, al punto más importante en cuestión (su destino real); en alemán se remarca su origen: los flancos o partes laterales del campo.

Antes del partido se me había ocurrido que una posibilidad de apagar el juego español era colocando un marcador personal a Senna.

Quien ha seguido las incidencias de esta Eurocopa y en especial los partidos de España, habrá podido constatar que la mayoría de las jugadas del equipo español pasaban por ese policía de tránsito nacido brasileño, con apellido que parece italiano y nacionalizado español.

Parecía un Puesto de Aduana su función.

Antes de que el balón llegara a Iniesta, Xavi, Cesc o Capdevila, por ejemplo, tenía que pasar por la Aduana o Puesto de Control Senna para los trámites previos.

Por eso se me ocurrió que, marcándolo y hostigándolo, Alemania podía conseguir obstruir el tipo de juego español, el famoso tiqui-taca.

En cambio, lo que hizo Alemania fue adelantar sus líneas consiguiendo lo mismo: ‘ahogar’ la salida del rival.

Así, el partido se convirtió en una especie de inundación en la que los jugadores parecían correr con el agua hasta los tobillos y teniendo que sortear, además, islotes imaginarios colocados como minas (de las macabramente llamadas unipersonales) sobre toda la región del campo comprendida entre las dos áreas.

La solución táctica alemana, como solución inicial, era de las mejores entre las posibles.

Una especie de catenaccio sin morder demasiado ni desgastándose en un pressing madrugador.

Ahogado (inundado) el mediocampo español, difícilmente podría llegarle la pelota a Torres, el único delantero oficial.

Ese era el cálculo de Joachim Jogi Löw y sus huestes.

Y le funcionó al principio.

Lo malo es que se necesita de un equipo muy disciplinado y acostumbrado a jugar así, para mantener a lo largo de todo un partido –y bajo todo tipo de circunstancias y vicisitudes- un planteamiento tal.

El gol lo vieron todos y nació de un pase aparentemente bobo.

Bobo por sencillo, simple. No necesariamente fácil, pero conocido, nada del otro mundo.

Es lo que debieron pensar los defensas alemanes.

Cuando Torres desbordó a Lahm, que se quedó como paralizado en pleno movimiento pensando que tenía todo controlado, y se vio que Lehmann cometía otro de sus errores garrafales no cubriendo correctamente todos los ángulos en una situación más o menos estándar para un portero, ya era demasiado tarde.

(Lahm significa ‘cojo’, ‘tullido’. El verbo derivado, lähmen, significa ‘paralizar’.)

El resto fue Administración de la ventaja.

Con el gol a favor, España se dedicó a administrar la posesión del balón y a soportar el vendaval. El Sturm.

Que apenas llegó.

Al final del partido los españoles se atrincheraron en su campo y a los alemanes les ocurrió algo con lo que seguramente no contaban: se agarrotaron.

Se habían imaginado una contienda con varios goles o ninguno, una batalla épica de sudor y fuerza, lucha y temperamento, que tal vez recién se iría a dirimir en la tanda de penales.

Se habían imaginado participando en una tormenta y asaltando con vendavales el arco de Casillas.

En cambio, se encontraron con unos jóvenes jugadores confiados en sí mismos y sin muchas prisas. Serios y aparentemente relajados.

Además, con la ventaja de un gol.

(Hasta Senna casi llega a hacer uno, reinterpretando sus nuevas funciones en la inundación.)

Ellos tenían la única cantimplora de agua en pleno desierto y no la soltaron.

Y la gran Alemania se derrumbó sobre su lugar, sobre sus piernas.

Murió de sed al lado de la fuente.

Lukas Podolsky tuvo en su pie izquierdo la gran oportunidad de alterar el destino. Pero titubeó, seguramente esperando el momento exacto para amagar y concluir.

Pero éste pasó de largo, como se pasan todos los momentos, sean o no trascendentes, en la vida (por lo tanto, también en el fútbol).

Tal vez Klose tuvo la otra gran oportunidad en sus pies, por un lado –el izquierdo- que no es el suyo.

Pero la diosa Fortuna volvió a pasar simplemente de largo por su lado.

Me imagino que hay quien ha visto pasar a esa diosa esta vez, sacándole la lengua a los alemanes.

A pesar de tener cuatro hijos con pasaporte alemán, respiro. Más tranquilo, respiro. Porque me gusta el balompié antes que el fútbol.

Y constato, pues, que Gary Lineker nos había mentido.

Por suerte.

HjorgeV 30-06-2008

Nota: Frase de Gary Lineker del 4 de julio de 1990 en el Mundial de Italia, al salir eliminada Inglaterra en la semifinal tras la tanda de penales:

«Football is a simple game; 22 men chase a ball for 90 minutes, and at the end the Germans always win.»

(“El fútbol es un juego sencillo; 22 jugadores persiguen una pelota durante 90 minutos y al final siempre ganan los alemanes.”)

CHILE: REVISTA PLAGIO

Llegué a esta interesante página chilena llamada Plagio, de pura casualidad.

La misma casualidad que a veces nos hace conocer a gente interesante o detestable. La misma que hace que nos casemos con una determinada persona y no con otra y tengamos hijos con ella.

O la misma casualidad, repetida muchas veces hasta el hastío, que nos deja envejecer solos.

(La casualidad es el amigo que intenta presentarte a mucha gente sin criterio alguno. Y no siempre es certero, claro.)

Justo ahora que vengo de visitar Hamburgo, y me he quedado positivamente impresionado con esa ciudad, me vuelvo a encontrar con el tema de la gentrificación.

Se trata de una entrevista hecha al sociólogo Francisco Sabatini.

El caso y lugar concretos: Santiago de Chile.

Una ciudad de la lista de mis grandes deseos todavía no cumplidos.

Se podría decir que el fenómeno de la gentrificación es, por lo general, el de una especie de ‘reconquista urbana’ en realidad.

Las clases más pudientes se permiten volver a determinadas áreas urbanas que habían abandonado más o menos voluntaria y masivamente alguna vez, y que ahora vuelven a ser interesantes para ellas y las ‘reconquistan’.

Gentry es el término inglés usado para definir a la llamada nobleza.

Esa casta que en el feudalismo tenía la suerte de ‘estar arriba’, es decir, de gozar de una serie de privilegios –generalmente por el simple hecho de haber nacido dentro de ella-, y que se preocupaba de que el estado de cosas y el orden no se trastocaran para nada.

La nobleza ha desaparecido gracias a las grandes revoluciones burguesas y solo quedan rezagos de ella en algunos países europeos.

Países, en los que, curiosamente, son los mismos estratos populares quienes parecen tener más interés en preservar (¿de qué tratarían sus revistas del corazón y la prensa rosa, sino?) su existencia.

Pero no todo ha cambiado realmente, porque la frase del sociólogo español José Vidal Beneyto (en un valioso artículo en el que muestra que es de los pocos ‘valientes’ en quejarse por calificativos como “ignorante supino y demagogo” usados por Rodríguez Zapatero para referirse a los críticos que rechazamos –varias de- las últimas directivas europeas sobre la inmigración), también se puede aplicar a Hamburgo:

“… la Europa que tenemos: un gigante económico, un enano político y un indigente social”.

Lo que se olvida es que donde había y estaba la llamada nobleza había esclavitud.

Eran los siervos y los plebeyos los que llevaban sobre sus exclusivos hombros la carga laboral como esclavos del señor feudal, al servicio de él y de la llamada nobleza.

(Digo y perdigo ‘la llamada nobleza’, porque eso de no trabajar, vivir, comer y vestir bien –con privilegios cromosómicos– a costa del trabajo de otros podrá tener tal vez de todo, menos de noble.)

Transcribo de la Wikipedia, para que se entienda por qué se necesitaron varias revoluciones para alterar algo el statu quo que les convenía a esas formas opresivas sociales:

En España sus prerrogativas estaban reguladas por las leyes (fundamentalmente en Las Partidas y la Novílisima Recopilación) y eran las siguientes:

· Estaban exentos de pechos y tributos concernientes a los plebeyos.

· No podían ir a la prisión por deudas de naturaleza civil.

· Podían ir a prisión por delito penal (robo, homicidio, etc.) pero en cárcel separada de los demás reclusos.

· No podían sufrir torturas

· No podían ser condenados por injurias.

· Podían usar pistoletes de arzón cuando fueran a caballo.

· No podían ser condenados a muerte afrentosa de horca, etcétera.

¡Vaya a preguntarme alguno por qué las clases populares de España y otros países siguen suspirando por/con sus príncipes, princesas y reyes!

(Algunos han hecho bien llamándolos simplemente Zánganos.)

(Las abejas denominadas zánganos tienen la lengua tan corta que les impide libar el néctar de las flores. De tal manera que los zánganos no sólo no hacen el trabajo natural o regular de las abejas, sino que, además, tienen que ser alimentados por las obreras.)

En Hamburgo me alojé en el departamento de un primo de mi esposa, ubicado a un par de manzanas de la estación central.

Se trata de un barrio que en la época en que llegué a Alemania –a finales de los ochenta- era el barrio rojo y decadente hamburgués por excelencia.

Se encontraba en decadencia, porque se había tugurizado y había terminado siendo copado básicamente por heroinómanos, mendigos, prostitutas y lo que se suele denominar como gente de mal vivir.

(Gente con oportunidades completamente limitadas desde su nacimiento, sería mejor decir.)

Un heroinómano es un drogodependiente más, como lo son los consumidores de otras drogas ilegales o legales más.

La mala suerte del heroinómano es que su droga es altamente ilegal, mucho más que la cocaína, porque ésta última la consumen políticos, artistas y la gente que vive de la prostitución. Es decir, tiene cierto glamour.

(Por ello, a pesar de que se persigue al narcotraficante de cocaína, no se persigue ni se demoniza a sus consumidores mayormente, como sí ocurre con la heroína.)

Esa alta ilegalidad se traduce en una alta variabilidad en su composición como droga.

Un heroinómano que compra su dosis de heroína en las calles de cualquier ciudad europea, no sabe, en realidad, qué está comprando: qué tan ‘fuerte’ es.

De allí su imposibilidad para racionar y controlar su consumo.

Por lo general, el drogadicto (también en el caso del alcohol) prefiere ‘pasarse’ de dosis, antes que consumir su droga demasiado rebajada.

En el caso del heroinómano, eso puede ser mortal.

Y normalmente le causa serios trastornos de salud que terminan marginándolo aún más: agravando su condición de drogadicto ‘duro’ y llevándolo muchas veces a la muerte por sobredosis no voluntaria.

Además, un heroinómano –por lo general- es visible: cuando está en pleno ‘vuelo’ se lo puede reconocer más o menos en cualquier ciudad europea con sus ojos medio cerrados y su característica dentadura estropeada, aparte de su particular forma de moverse, casi como en una cámara lenta apenas acelerada.

Al barrio de Hamburgo que aludo –el vecino a la calle Lange Reihe-, llegó luego masivamente otro colectivo parcialmente marginal: el homosexual marchoso.

Ese amante de las fiestas, la exhibición y las juergas.

(Me imagino que la mayoría de homosexuales masculinos aparte de no ser nada marchosos o tanto como los demás, sigue sin salir del armario.)

Fue este colectivo el que se encargó de dignificar el barrio en más de un sentido: se preocupó por devolver seguridad a sus calles, recuperar parte del ornato y los servicios públicos, y de mejorar la calidad de las viviendas y de vida en general.

Hoy, este barrio es un ejemplo de lo que serán –¿o deberían ser?- la mayoría de ciudades europeas del futuro: una mezcla interesante de diferentes niveles culturales, sociales y económicos.

Una mezcla de proyectos vitales respetuosos entre sí, independientemente de la capacidad adquisitiva y de la procedencia -incluido el color de la piel- de sus habitantes.

Por las calles de ese barrio de Hamburgo es posible ver mendigos caminando con algo parecido a lo que se llama dignidad humana, porque se saben protegidos por ordenanzas municipales y estatales que impiden que puedan ser desalojados así no más de sus viviendas por cualquier razón y menos por simple usura.

Amas de casa, jubilados, extranjeros inmigrantes, empleados, estudiantes nacionales y extranjeros, profesionales, académicos, y extranjeros turistas se confunden en un proyecto de vida común en la que los privilegios no han desaparecido, pero ya no sirven para despreciar a alguien.

Resulta también interesante, porque la persona pudiente que llega a ese barrio sabe lo que le espera. Nada comparado con el ansia de la burbuja de cristal de muchos.

Que la ventaja es seguir sintiéndose ‘superior’ por lo menos en el sentido de poseer más dinero o más bienes, está claro. Pero no deja de ser un mínimo paso civilizado –adelante-, por lo menos para mí.

En el interesante sitio chileno que encontré de casualidad –con el especial nombre de Plagio, tomado del de su antecesora, en soporte de “corchetes y fotocopias”: la Revista Plagio– me enteré de que el fenómeno de la gentrificación también ocurre en Santiago.

Aunque es más o menos al revés, porque las áreas que allí son interesantes para las clases sociales emergentes y especialmente pudientes (“medias-altas que buscan mejorar su nivel de vida” las denominan ellos) pertenecen a determinados suburbios populares.

Recomiendo leer la entrevista que le hace Plagio al sociólogo Francisco Sabatini, del país que este año está conmemorando el Centenario del nacimiento de ese hombre que quiso hacer socialismo en democracia y que fue derrocado con un bombardeo concertado por el gobierno de EEUU, la CIA y el ejército chileno comandado por el traidor Pinochet: Salvador Allende.

Hoy quería escribir sobre el partido de esta noche que estaré viendo con toda mi familia en una de las granjas de este pueblucho que ahora se han convertido –otro aspecto del fenómeno de la gentrificación- en modernas viviendas familiares.

De mis dos favoritos desde hace muchos años –Holanda es el otro-, uno de ellos ha llegado a la final de un campeonato europeo después de mucho tiempo.

Por lo que veo, leo y escucho, los alemanes no confían en un triunfo de su selección. Lo desean sí, pero hay que ser bastante tosudo o ignorante en la materia para ignorar que hoy se enfrentan dos equipos desiguales.

Uno que sabe jugar al fútbol y al balompié y que ha tenido bastante mala fortuna a lo largo de décadas.

Y otro que ignorando mayormente qué es eso de darle a la pelota va segundo en la clasificación mundial y primero en la europea.

Lo cual –en el fútbol- no significa nada o no mucho, por supuesto.

Pero, por lo menos en el balompié, ya está claro quién es el mejor de los dos.

Les deseo un buen domingo. Parto ahora con mis dos chicos a moverla un par de horas en el parque.

(Llevo puesta la camiseta de la selección española. No es oportunismo: es la que uso casi todos los domingos -alternándola con la de mi país y otras más- desde que me la regalaron hace bastante tiempo ya.)

HjorgeV 29-06-2008

CHANDLER, PULPA, CARRETERA, ESPAÑA EN LA FINAL

Acabo de regresar de un pequeño viaje por el norte de este país.

Olvidé el cepillo de dientes (mi anfitrión me proporcionó uno nuevo enseguida) y un par de cosas esenciales más, pero no el tomo con cinco relatos de Chandler que me guiñaba el ojo desde antes de partir.

El partido contra Rusia me lo perdí, sentado en el automóvil que nos traía de Hamburgo a Colonia.

Sin embargo, sucedió lo increíble para mí, porque, sin haberlo pedido, el que conducía y las otras dos muchachas alemanas que viajaban, decidieron seguir las incidencias del partido de España contra Rusia por radio.

Así, ahora, aparte de saber que el equipo español ha vuelto a llegar a una final europea, también sé por qué Raymond Chandler se negó a publicar ciertos relatos en los que se había basado para escribir sus grandes novelas.

Él usaba la palabra ‘canibalizar’ para referirse a este ejercicio, que también tiene mucho de un propio arte en sí.

Tomar ciertos personajes, caracteres, argumentos, escenas, detalles y escenarios de diferentes relatos y cuentos, y alterarlos y amalgamarlos de tal forma que surja una nueva obra con ellos, no es algo que cualquier pueda hacer.

Me estoy refiriendo al volumen que leí durante el viaje, titulado Asesino en la lluvia (Bruguera, traducción y adaptación deficientes) y que contiene los siguientes cinco relatos:

1. Asesino en la lluvia (Black Mask, enero de 1935)

2. El hombre que amaba a los perros (Black Mask, marzo de 1936)

3. El telón (Black Mask, setiembre de 1936)

4. ¡Busquen a la muchacha! (Black Mask, enero de 1937)

5. El jade del mandarín (Dime Detective Magazine, noviembre de 1937)

Aunque me cueste hacerlo, debo decir que estos relatos pueden llegar a ser bastante decepcionantes, por más que hayan sido escritos por Chandler, un autor al que venero.

Esas escenas en las que los personajes y el argumento van apareciendo y se van desarrollando como en las películas de serie B, a mí, personalmente, me cansan, porque son una forma de ‘insulto’ al lector atento.

Eso de que el detective toque la puerta y justo en ese momento suenen dos balazos, que, a pesar de todo, ingrese al lugar del crimen intempestivamente, que se le escape la persona que perseguía y luego la policía lo pesque en una situación que difícilmente podrá explicar, puede suceder, claro, por qué no.

Pero, cuando se vuelve costumbre, y lo casual se hace ley común y rígida, hay que tener muy buenos nervios para seguir leyendo.

El genio de Raymond Chandler (Chicago, 1888-California, 1959) consiste en que, a pesar de todo, quieras seguir haciéndolo. (Y el de Dashiell Hammett también.)

En la narrativa hay poco peor que lo previsible.

Cuando el lector atento se empieza a adelantar a la acción porque adivina lo que se viene, simplemente empieza a boicotear su propia lectura. Y puede llegar el momento en que deje de interesarle.

Si, además, el autor se empeña por que sea así, entonces queda poco por hacer.

Esto tiene su explicación.

Se trata de relatos que Chandler había escrito para los llamados pulp magazines o simplemente pulps.

Es decir, se escribían para un género en el que había que cumplir con una fórmula preestablecida y quien compraba esas novelitas policíacas, sabía bien a lo que se metía.

(Tanto como quien ve una telenovela sabe a qué se ha metido. Normalmente, por eso lo hace.)

Lo que aquí llamaré novelas pulpa –porque el nombre proviene del tipo tosco y basto de papel que se usaba para imprimirlas: de pulpa de papel- fue un género muy de moda en varios países del mundo.

Literatura barata, vamos a decir: novelas baratas.

(‘Desechable’ o ‘despreciable’ en alemán: Schundliteratur. Casi ‘literatura basura’.)

La basura televisiva de esa época, me imagino.

Las novelas pulpa tuvieron su origen, sin embargo, en la llamada literatura por entregas, también conocida por su apelativo francés de ‘folletín’.

Con Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, Alejandro Dumas, por ejemplo, representó el punto más alto de este subgénero literario.

Pero no fue el único.

Grandes escritores como Balzac, Víctor Hugo y los mismos Stevenson, Flaubert y Dostoievski también publicaron muchas de sus mejores obras por entregas en los diarios más influyentes de su época.

(Es una gran paradoja, porque la idea era satisfacer la simple sed popular de aventuras, intrigas y crímenes.)

Cuando, en 1950, Chandler publica su colección ‘oficial’ de cuentos y relatos bajo el título de El simple arte de matar, no incluye los cinco relatos aquí listados.

A pesar de que ya habían sido publicados –cuatro en Black Mask y uno en Dime Detective Magazine-, los deja de lado porque consideraba que habían sido ‘canibalizados’.

Me atrevo a decir que esa no fue la única razón. Hay otra, que es la que expongo aquí.

Opino que, a pesar de pertenecer claramente a su impronta literaria, esos textos estaban plagados de altibajos y errores –ya- insoportables para un autor que había escrito, publicado y se había hecho famoso con joyas como El sueño eterno o El largo adiós.

Con todo, el placer de leer un tomo así no está –obviamente- en regodearse en los posibles patinazos de su autor.

El gusto está en recorrer un Chandler incipiente y reconocer en esos relatos -por comparación- la destreza de su autor para hacer de chatarra, oro.

Ese placer es el que permite pasar por alto una balacera en una habitación en la que el único que sobrevive es –por supuesto- nuestro héroe; el especial placer que éste parece tener en abofetear a las mujeres –especialmente si son rubias-; el cómo hace para conducir con todo el whisky que bebe continuamente o para agenciarse rápidamente de informaciones que aún hoy con ayuda de la Red tomarían su respetable tiempo.

Lo que funciona en el cine no necesariamente lo hace en la literatura.

Y al revés.

Sus relatos pulpa responden más a una necesidad visual de sus lectores, en una época en la que el cine no era aún masivo, pero igual se trataba de gente sedienta de aventuras, balas, sangre e intriga.

Además, casi siempre estaba el tema de las drogas –lícitas e ilícitas- en el aire. Algo que tal vez ahora puede pasar desapercibido, pero entonces era parte del anzuelo.

Si a eso le sumamos que Chandler se sirvió de esos relatos no sólo para ensayar su particular estilo sino también para ir atusando el ‘alma’ de sus figuras principales –Philip Marlowe, esencialmente- y sus grandes temas, tenemos el resultado obtenido:

Acción y figuras destinadas a satisfacer los gustos de los lectores de ese tipo de literatura –que para muchos no lo era-, pero envueltas con el ropaje que le prestaba un genio en ciernes que iba escribiendo el material del cual se serviría después para armar sus mejores novelas.

A lo largo del viaje de cinco horas y media desde Hamburgo hasta Colonia debo haberme quedado dormido un par de veces.

Es uno de los placeres más baratos que conozco.

Sentarme –por lo general- en la parte trasera de un automóvil y dejarme conducir (arrullar) a lo largo de cientos de kilómetros.

De ser posible, partiendo al atardecer.

Esta vez el placer fue mayor. Triple.

Porque ganó España y, además, volví a descubrir la faceta pulpa (o barata) que había olvidado de uno de mis autores favoritos.

HjorgeV 27-06-2008

¿Y SI GANA EL POCO APRECIADO ‘HUÉSPED’?

¿TURQUÍA O ALEMANIA A LA FINAL?

Los alemanes se preparan para el partido de mañana como si ya estuviera claro que fueran a ganar.

Sospecho que no saben a lo que se han metido con esto de descubrirse fanáticos tardíos de una camiseta.

Lo digo por los nuevos hinchas, sobre todo por las mujeres y niños, que no pueden saber qué es eso de sufrir por y con un equipo, y que hasta hace no mucho observaban a este deporte con un ojo curioso y el otro muy crítico.

Como vengo del Perú, en esto tengo una amplia experiencia.

De casi tres décadas, vamos a decir, porque la última vez que mi país jugó en un mundial fue en España 1982.

Ahora se trata sólo de un campeonato europeo, sí, pero es casi como un medio mundial.

Alemania jugó su primer partido internacional en Basilea el 5 de abril de 1908, perdiendo 3:5 nada menos que frente a Suiza, hoy uno de los dos anfitriones de esta Eurocopa.

Cuatro años después, se sacó el clavo marcándole 16 goles –contra cero- a Rusia en Estocolmo el primero de julio de 1912.

Justamente, Rusia podría ser el próximo domingo su rival en la final, de ganar ambos sus respectivos partidos contra Turquía y España.

A pesar de no ser conocido como un país del que se pueda hablar que juega un fútbol cultivado ni menos exquisito, los equipos alemanes se han caracterizado por ser escuadras ‘de torneo’.

De esos que saben aguantar la presión y el esfuerzo de varios partidos seguidos sin perder demasiado los papeles, y que llegan a la final más o menos a fuerza de mantenerse tercamente parados (jugando) frente al nerviosismo de sus rivales.

Es -por esto- archiconocida la frase de Gary Lineker del 4 de julio de 1990 en el Mundial de Italia, al salir eliminada Inglaterra en la semifinal tras la tanda de penales:

“El fútbol es un juego sencillo; 22 jugadores persiguen una pelota durante 90 minutos y al final siempre ganan los alemanes.”

(«Football is a simple game; 22 men chase a ball for 90 minutes, and at the end the Germans always win.»)

Que mucho de cierto tiene, si atendemos a los resultados estadísticos.

COPAS MUNDIALES

Alemania ha ganado tres campeonatos mundiales: 1954, 1974 y 1990.

Ha participado en 16 de las 18 Copas Mundiales desde 1934 y ocupa el segundo puesto en la clasificación general de la FIFA, con 182 puntos, por detrás sólo de Brasil, el líder, con 206 puntos.

(Curiosamente, Perú ocupa un honroso trigésimosegundo -32°- puesto, de un total de 75 selecciones.)

En esa misma clasificación continúan en los siguientes sucesivos puestos: Italia, Argentina, Inglaterra y Francia.

España es 7ª.

Suecia ocupa –oh, albricias- el octavo lugar por delante de Holanda, Rusia, Uruguay, Polonia y México, entre otros.

COPAS EUROPEAS

Por otro lado, Alemania ha participado en 9 Eurocopas desde 1972 y ha ganado tres: las de 1972, 1980 y 1996.

A pesar de no haber participado en las dos primeras ediciones –las de 1960 y las de 1964-, y de no haberse clasificado para la de 1968, ocupa el primer puesto en la clasificación general de la UEFA.

EL PODERÍO MENTAL TURCO

Aunque en estas clasificaciones Turquía ocupa un modesto 31° en la tabla de la FIFA –justo delante de Perú- y un más que modesto 18° lugar –de 25- en Europa, no es un rival para no temer.

La fuerza mental, la actitud y la predisposición psicológica juegan un papel preponderante en deportes-contienda como el fútbol, porque de ellas depende el número de errores que se pueden cometer y la capacidad de un equipo de leer un partido y de actuar en consecuencia.

Así como de saber y poder sobreponerse a la adversidad.

Los turcos son, en este aspecto, rivales de temer, debido tal vez a su particular forma de apreciarse a sí mismos en el contexto internacional europeo.

Como país de emigrantes, los turcos llevan décadas siendo vapuleados.

Aquí en Alemania constituyen la etnia más representada y la de mayor poder económico, algo que no coincide con el aprecio que le tienen los alemanes, que es muy pequeño si es que existe.

En Europa, sigue sin decidirse si Turquía pertenecerá definitivamente a la Unión Europea o no.

(Curiosamente, a pesar de esto, a todo el mundo le parece de lo más normal que participe en la Eurocopa. Aquí, una vez más, se puede apreciar la miopía de los políticos.)

Pero los turcos conocen su historia, y saben que el Imperio Otomano fue una potencia que reinó durante siglos y que en el momento cumbre de su existencia –siglo XVII- abarcaba la península de Anatolia, Oriente Medio, parte del norte de África y gran parte de los territorios que hoy ocupan Grecia, Bulgaria y Rumanía, es decir desde el sudeste de Europa hasta el Cáucaso en el norte.

(Con esto también se puede notar cuál es el temor real o recelo que existe frente a Turquía y por qué se torpedea tanto su inclusión en la Unión Europea.)

Por todo esto, el partido de mañana promete ser interesante.

Los turcos sienten que se merecen algo más que el vapuleo europeo que reciben. Quieren sacarse el clavo.

De ganar Turquía, habrá también fiesta en casi todas las ciudades principales aquí en Alemania.

Se calcula que más de 2 millones de turcos viven en este país, sin contar aquellos que ya han adquirido la nacionalidad alemana.

Quiero imaginarme lo mejor.

Porque el alemán es muy receloso con el conciudadano que más ha hecho para que sea posible la reconstrucción y el llamado Milagro Económico alemán, que dura hasta nuestros días, pero es hora de que cambie.

No sabe una palabra -ni siquiera un simple ‘buenos días’ en el idioma del Bósforo- pero consume a diario millones de Döner, (‘döner kebap’, algo así como ‘carne a la parrilla’) el bocadillo o sánguche turco de moda.

Mañana parto de viaje a Hamburgo y espero llegar poco antes de que empiece el partido.

Después pienso ver el partido con un primo de mi esposa, y su novia, en alguna de las decenas de pantallas gigantes al aire libre que cada ciudad tiene ahora para ofrecer.

Desde el Mundial del 2006, es costumbre que las calles de este país se conviertan en el escenario de una improvisada fiesta popular cada vez que gana la selección nacional.

Por todas partes, en edificios, casas y vehículos, es posible ver ondear la bandera alemana sin que tenga que ver con el nacionalismo del pasado.

Veamos cómo reaccionan los teutones si quienes ganan mañana son sus antiguos y valiosos pero poco apreciados ‘huéspedes’.

(Ya no lo son, son sus conciudadanos.)

Lo otro ya lo conozco.

HjorgeV 24-06-2008

“COMO EL AJEDREZ, PERO SIN DADOS”

PERLAS ALEMANAS

Lo leí en El País del sábado pasado que recién pude recoger hoy de la estación de la localidad vecina.

En un artículo de la sección correspondiente, citaban a Lukas Podolski, el delantero de la selección alemana, vecino de esta ciudad (Bergheim) aunque nació en Polonia.

“Es como el ajedrez, pero sin dados” era la cita que le achacaban a Poldi, que es como lo llaman por estos lares.

Mi primera reacción fue reír, porque como chiste la frase es genial.

Algo comparable a “Es como nadar pero sin motor” o “Es como el sexo pero sin traje de buzo”. Ejemplos hay miles.

La frase me interesó porque soy de los que consideran al fútbol, justamente, como un Ajedrez Humano:

Son seres humanos los que se mueven con movimientos y desplazamientos mucho más complicados que los de los peones, alfiles y caballos, sobre un tablero que excede de largo las 64 casillas del juego original y teniendo que pensar y decidir ellos mismos (grupalmente) a cada momento la nueva jugada o movimiento a realizar.

El artículo de El País me decepcionó parcialmente.

Aunque se ha empezado a comparar con justicia cada vez más al fútbol con el ajedrez, se sigue considerando sólo el aspecto estratégico común.

Pero eso es algo que comparten muchos juegos y la mayoría de los deportes de contienda, es decir los que se deciden mediante un encuentro entre dos equipos.

Además, al articulista se le ocurrió incluir el siguiente disparate:

«Exactamente, es un juego de estrategia en el que no hay lugar para el azar…»

¡¿Cómo que no hay lugar para el azar en el fútbol?!

¡Al contrario!

Me atrevería a corregir la frase de Poldi.

“El fútbol es como el ajedrez, pero con dados.”

Justamente en su imprevisibilidad (en su calidad de imprevisible) radica uno de los atractivos principales de la versión negocio/espectáculo del deporte llamado balompié.

En el ajedrez apenas existen esos márgenes azarosos que posibilitan que en el fútbol David le pueda ganar de cuando en cuando a Goliat, o que Alemania vuelva a ganar este campeonato, a pesar de su fútbol feo y castrense (ha mejorado un poco, hay que reconocerlo).

Los mismos márgenes de azar que permiten entender que España haya necesitado casi un siglo para vencer a Italia, a pesar de ser equipos más o menos del mismo rango.

Los dados -el azar- los pone la trayectoria muchas veces imprevisible de la pelota.

Bastan milímetros de diferencia en el contacto con el balón para alterar por completo su trayectoria (y su destino final) y traer por los suelos el cálculo previo de movimientos que habían hecho los jugadores.

(Obviamente, al darse cuenta de su error, ellos corrigen sus movimientos, pero no si aún se encuentran en el aire, por ejemplo.)

Allí está la emoción y las pasiones que ella crea en los espectadores, como si de una gran ruleta rusa se tratara.

Si a esto añadimos que el estado mental –y, por supuesto, también el físico- de los jugadores juega un papel primordial en su motricidad (en su calidad motriz, en la calidad de sus movimientos), tenemos entonces aún más potenciado el factor suerte en este deporte.

No es lo mismo un Ronaldo -o un Torres, un Arshavin o un Ballack- en forma, y mentalmente fuerte, que uno que pierde uno de cada dos balones, o más.

No es lo mismo jugar con la presión del público que sin ella.

En un campo seco o mojado.

Jugar un simple partido de liga que uno de la final de la Copa Europea: el nerviosismo de los jugadores puede ser decisivo.

‘FUTBOLIZANDO’ AL AJEDREZ

El ajedrez se podría parecer más al fútbol, si el primero se jugara de tal manera que los ajedrecistas tuvieran que mover sus piezas con golpes del pie o de la mano, aumentándole una componente motriz al juego ciencia.

Entonces, sí tendríamos algo muy parecido:

Una partida de ajedrez con los errores típicos del fútbol, traducidos en piezas que se caen del tablero o que no alcanzan la casilla que había previsto el jugador de turno.

(¿Cómo se devolverían las piezas al tablero? ¿Por encima de la cabeza?)

Pero volvamos a la frase poldiana.

¿La había dicho realmente el delantero polaco alemán o era un invento de la prensa española?

La curiosidad me llevó a hacer averiguaciones en la red y, efectivamente, la frase le pertenece y la traducción es literal.

Poldi es un típico muchacho de barrio y con esa frase ha dejado claro que nunca ha jugado ajedrez.

Pero no es el único filósofo del fútbol alemán.

Las siguientes son las perlas que he encontrado en mi búsqueda reticular (en la red).

Todas pertenecen a algún jugador, comentarista, funcionario o dirigente de este país. Las traducciones –bastante ‘liberales’, pero ajustadas al mensaje, a la filosofía- son del que esto escribe.

Aunque, a pesar de todo (todas), me quedo con una frase que le escuché –creo que- a Butragueño en una entrevista para la televisión hace muchos años.

-Lo voy a explicar –le dijo al entrevistador- en tres palabras: In-cre-í-ble.

MÁS PERLAS ALEMANAS

“Espero que este partido no sea mi único debut”, Sebastian Deisler

“Milán o Madrid. Lo que importa es que sea Italia”, Andi Möller

“Los suecos no son los holandeses, como todos han podido apreciar”, Franz Beckenbauer

“El fútbol se ha convertido en el deporte número uno en Francia. Ah, y el balonmano también”, Heribert Fassbender, comentarista

“Van 1:1. Pero podría ser completamente al revés”, Heribert Fassbender

“Un año tuve que jugar 15 meses seguidos”, Franz Beckenbauer

«Creo que no habríamos perdido el partido si hubiéramos terminado 1:1», Uli Hoeneß, dirigente del Bayern de Múnich

“Maravilloso ver cómo mueve su cuerpo entre él y su rival”, Udo Lattek

“Me da igual si es brasileño, polaco, croata, alemán del norte o del sur. Lo que decide es el rendimiento y no el grupo sanguíneo”, Christoph Daum

“No siempre es necesario que te apoye la mayoría. A veces, basta el 51 por ciento”, Christoph Daum

“Esto puede pasar en Turquía, pero no en el mundo civilizado”, Toni Schumacher

“Lo primero que me alegró no fue ver que era gol, sino que la pelota también había entrado”, Mario Basler

“Algo así no se puede entrenar, sólo practicar”, Michael Ballack

“A veces se pierde. Otras veces, ganan los otros”, Otto Rehhagel

“El próximo partido siempre es el próximo”, Mathias Sammer

“Tengo un muslo desgarrado en el pie izquierdo”, Guido Buchwald

HjorgeV 23-06-2008

Fuentes y enlaces de interés:

http://www.elpais.com/articulo/agenda/dados/Podolsky/elpepigen/20080622elpepiage_3/Tes

http://www.elpais.com/articulo/deportes/Igual/dados/elpepidep/20080621elpepidep_16/Tes

http://www.stern.de/em2008/fotostrecken/allgemein/:Wie-Schach-W%FCrfel-Fu%DFballer-Spr%FCche/622828.html?cp=1

http://www.spiegel.de/international/germany/0,1518,558638,00.html


LA CONTINUACIÓN DEL ‘SIGLO DE LA BARBARIE’

Por si a alguien le quedaba la duda de que este siglo será el Siglo de la Barbarie (o, dicho más irónica y mordazmente, el del Apagón), ahora le ha tocado nuevamente a Europa demostrarlo.

La misma Europa que antes emigró por sed de oro y tierras.

Y que no tuvo ningún empacho en llamar con el lindo nombre de ‘Conquista’ a sus invasiones, robos, saqueos, asesinatos y aniquilaciones de pueblos y culturas como las de los Imperios Inca y Azteca.

La misma Europa que después no tuvo ningún empacho en servirse de las islas del Caribe como centro de operaciones para robarse a sí misma –piratas, corsarios y filibusteros- lo que robaba a incas, aztecas y otros pueblos.

La misma Europa que pisó y pisoteó África y mantuvo a sus habitantes durante siglos bajo el yugo de la esclavitud (secuestro, encarcelación indefinida, explotación del trabajo gratuito, conculcación de todo tipo de derechos de por vida), sin haberle resarcido a ese continente aún el inconmensurable daño causado.

La misma Europa que escapando de la persecución de sus mismos habitantes por razones religiosas, ocupó Australia y Norteamérica, arrasó a las comunidades indígenas que encontró, se apropió de sus tierras, sus riquezas y sus recursos.

(Canadá acaba de disculparse.)

La misma Europa del hambre y de la guerra que después corrió por millones a refugiarse a New York y Buenos Aires, cuando las papas quemaban.

La misma Europa que fue recibida en México y Argentina y Cuba y Venezuela con los brazos abiertos, cuando la pobreza acuciaba y cuando, a pesar de todas las riquezas habidas en el pasado colonial, no parecía haber futuro europeo.

La misma Europa que se mueve por todo el mundo por su casa, y compra, vende y comercia y sabe que sin ese movimiento continuo por el todo el planeta, no existiría hoy como tal ni podría seguir prosperando su imperio económico.

La misma Europa que se llena la boca con palabras como Libertad, Democracia y Justicia, y con términos como Desarrollo Sostenido y Globalización, pero permite que EEUU utilice su suelo y su espacio aéreo para vuelos y cárceles ilegales y más que diabólicas.

La misma Europa que, aprovechando su actual bonanza, quiere seguir moviéndose por todo el mundo como turista.

La misma Europa que ha hecho de la migración de sus mercados y de sus intereses su forma de vida y progreso.

Esta misma Europa acaba de cometer un gravísimo error.

La sola posibilidad de poder mantener detenida a una persona hasta 18 meses por el simple hecho de no tener sus documentos en orden, debería escarapelar la piel de cualquier mente medianamente pensante y medianamente razonable.

No es ciencia ficción.

No es El planeta de los simios.

No es el país bushiano.

Ni es el Israel actual.

Es Europa.

Esta abusiva, inhumana y diabólica directiva europea significa un gran Retroceso Civilizatorio. Basta revisar la Declaración Universal de los Derechos Humanos para comprobarlo.

Estos son algunos de los iniciales:

→ Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. (Artículo Primero)

→ Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

→ Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad[…]

→ Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.

Se ha confundido una vez más Incapacidad con Locura.

Ignorancia con Barbarie.

Es una vergüenza extrema.

Lo que Europa está haciendo no es resolver sus problemas derivados de la inmigración ni detener ésta.

Lo que Europa está haciendo es castigar cruelmente a seres humanos que lo que buscan es alimentación, trabajo y cierta seguridad en la vida.

Lo que Europa está haciendo es criminalizar lo que ella misma enseñó al resto del mundo, pocas veces pacíficamente: a emigrar.

Lo que Europa está haciendo es castigar especialmente a quienes más miedo tiene por la simple razón del color (oscuro) de su piel.

Porque no son ni serán otros más que pobres africanos los que mayoritariamente llenarán esas mazmorras europeas del Siglo de la Barbarie y del Apagón.

Mazmorras que ya existen, haciéndole competencia en número a las otras mazmorras ilegales de la mayor potencia mundial y que son otra prueba de que este siglo será también el del Retroceso Civilizatorio.

Lo que Europa está haciendo es dejarse llevar por el miedo y por el populismo de señores de derecha y extrema derecha, que actualmente cada vez más se identifican, se esconden y se enhebran con el Crimen Organizado.

Esta ley o directiva europea que pretende frenar la inmigración ilegal no es otra cosa que el triunfo de la Europa de la Mafia y de la Europa Populista.

Mientras Berlusconi, por ejemplo, permite que hordas de italianos quemen y destrocen impunemente los hogares de otros seres humanos (aunque sean miserables campamentos), y luego esto le sirve para criminalizar aún más a todos los inmigrantes, por otro lado, dicta tranquilamente todas las leyes necesarias para ser absuelto en todos los juicios pendientes en su contra.

¿No formará todo esto parte de un gran y mayor plan diabólico preconcebido?

¿Qué busca Europa?

¿Protegerse de la inmigración?

¿Cómo?

¿Encarcelando inhumana y retrógradamente, a un grupo ‘selecto’ de inmigrantes hasta año y medio, es decir robándoles su dignidad y su libertad durante más de 500 días?

¿Para qué?

¿Cuál es la idea, la razón principal, el objetivo, lo que se busca, la solución, las perspectivas de una medida tal?

Nadie resuelve nada tapando con un dedo un dique incontenible.

Y esto es, al parecer (por lo menos ese es el miedo europeo), en lo que se convertirá el fenómeno migratorio moderno: un permanente trasiego de gentes de un lado del planeta hacia otro.

Tal y como ha sucedido a lo largo de toda la historia de la humanidad.

Le gustara o no a tal o a cual.

Los fenómenos migratorios nunca se han detenido ante directivas, leyes ni buenas intenciones.

Porque los fenómenos migratorios se rigen generalmente por un simple sentido de supervivencia, se guían por el olfato de quienes creen que cruzando tal o cual océano, tal o cual muro o desierto, encontrarán un futuro digno para sus hijos y los hijos de sus hijos. O el simple pan.

No más secretos tienen las migraciones.

Si ahora Europa es exitosa y próspera, seguirá atrayendo a los curiosos y a los más necesitados de otras partes del planeta.

Cuando lo deje de ser, los mismos europeos saldrán disparados como ratas del barco que se hunde. Lo muestra la historia.

¿Se ha preguntado alguien por qué se lanzan cohetes al espacio?

¿Por qué sigue existiendo la Ciencia, aquella a la que no le preocupa qué tanto pueda vender lo que descubren sus investigadores?

Si alguna vez Europa llega a convertirse en un continente pobre, o inseguro, o violento o contaminado radiactivamente, los europeos seguirán el natural camino que conoce la humanidad, nuestra especie.

Abandonarán su continente, como ya lo hicieron millones y millones de veces sus habitantes a lo largo de toda su historia.

No más secretos tiene el fenómeno de las migraciones.

Esperemos, por lo menos, que no lo vuelvan a hacer con las armas en la mano.

Es decir, repitiendo un pésimo y triste ejemplo que felizmente no han copiado los inmigrantes actuales.

Ni que lo hagan bajo la bandera de ninguna religión como los mal llamados ‘conquistadores’, y que les permitía matar a ‘perros’ (a los aborígenes americanos) sin ningún remordimiento.

(¿Se podría imaginar alguien algo así hoy en día? ¿Por qué se sigue celebrando, entonces?)

Esperemos que tampoco lo hagan porque han descubierto algún tesoro fácil de esquilmar en otro continente.

Porque entonces se repitiría la nefasta historia.

….

HjorgeV 21-06-2008

….

Enlaces y artículos de interés:

LA DERECHIZACIÓN DE EUROPA

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Europa/ancla/derecha/elpepuint/20080622elpepiint_3/Tes

http://ibasque.com/10-mentiras-sobre-la-inmigracion/

http://www.elcomercio.com.pe/ediciononline/html/2008-06-19/la-oea-rechaza-directiva-retorno-inmigrantes-union-europea.html

http://clandestino.myblog.es/clandestino/art/73293/Habra_mil_millones_de_refugiados_climaticos_en_2050

MAFIA Y POLÍTICA EN LA ITALIA DE BERLUSCONI:

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Mafia/politica/Italia/Berlusconi/elpepiopi/20080531elpepiopi_12/Tes

LEYES A MEDIDA PARA BERLUSCONI:

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Berlusconi/impulsa/ley/frena/juicio/soborno/elpepiint/20080617elpepiint_6/Tes

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Venezuela/tomara/represalias/paises/apliquen/directiva/europea/inmigracion/elpepuint/20080620elpepuint_8/Tes

INMIGRANTES Y SERVICIOS SOCIALES:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/inmigrantes/salvan/Estado/bienestar/elpepusoc/20080616elpepisoc_1/Tes

BORLA EN LA MAÑANA (Poesía)

….

Borla en la mañana

Concebida

Pudor de caracol

Embalsamado

….

Oh, ánima celestial

De mis sentidos

Los tunantes

Los pasajeros

….

Los putativos logros

El centro de la palabra que

Espera

Su turno

….

Las cosas a las que perteneces

….

Pero sólo en el cielo

….

La piedrecilla de mi zapato

Izquierdo

No saldrá nunca por sí

Sola

….

HjorgeV,18-06-08

NECESITO QUE ME DIGAS PIEDRA (Poesía)

….

Necesito que me digas piedra

Que me llames arena

Que exijas un volcán

En el alveolo de las cosas

Que se van escapando del

Simple paso de las horas

….

Necesito un furgón de tus pecados

Otro más que contenga tu dulzura

Completa en una manzana que

Comprenda toda tu piel

….

Necesito también tu rostro

Como el tuyo necesita el mío para

Redimirnos en un simple beso

….

Necesito que exijas

Que los gestos salten por encima

De su sombra

Que salgan a alimentar al día

De allá afuera

….

Necesito que me digas piedra

Cascajo

Que me hagas comprender que

No basta Estar

Para decir Estoy

….

HjorgeV,18-06-08

DEPORTE DESPRECIADO

(LA CORRECCIÓN HA SIDO ENVIADO CORRECTAMENTE)

El fútbol sigue siendo un deporte despreciado.

¿Por qué?

Por lo menos aquí en Alemania ya no es de mal gusto seguir ciertos partidos y ahora son familias enteras las que se visten con los colores nacionales en ocasiones importantes sin preocuparse por el qué dirán.

Yermani está de moda en la propia casa.

Hasta unos diez años atrás esto habría sido algo impensable.

Lo era por razón doble.

Primero, porque los alemanes siguen cargando con el peso de su historia y la bandera nacional sigue siendo para muchos símbolo y pésimo recuerdo de la Segunda Guerra Mundial.

Segundo, porque el fútbol era hasta hace poco un deporte predominantemente proletario: de obreros y bebedores. Lo sigue siendo, pero en menor medida.

(No es casualidad, por ejemplo, que las retransmisiones televisivas estén infectadas de anuncios publicitarios de alguna marca cervecera. ¡En la Europa del siglo XXI, se publicita por la televisión una droga sin ningún empacho para públicos de todas las edades!)

Pero esto está cambiando y se da el caso de muchos jugadores –hasta de los equipos profesionales- que alternan los estudios universitarios con su pasión futbolística.

Sin embargo, es una actividad que sigue sin ser tomada realmente en serio, a pesar de ser una especie de Ajedrez Humano, es decir, un deporte ciencia.

El fútbol tiene mucho de varias disciplinas deportivas, además.

De varias disciplinas atléticas; de danza, gimnasia e improvisación de movimientos.

Si en el ajedrez se juega con 16 piezas sobre 64 casillas y cada pieza tiene movimientos limitados sobre el tablero, en el balompié las 11 piezas tienen una libertad casi absoluta de movimientos.

Algo comparable, quizás, a jugar una partida de ajedrez en la que sólo participaran las damas (las piezas o fichas llamadas así) y con un tablero variable permanentemente.

Tal es su complejidad.

El día llegará, espero, en que se le dé al balompié la seriedad e importancia que se merece, lejos de las hordas camisetistas y sólo interesadas en ver ganar a su equipo más o menos a cualquier precio.

Me gusta tanto el balompié, que puedo ver cualquier partido. Ni siquiera tengo un equipo favorito.

Que me duele cuando mi país pierde, está claro. Pero aplaudo y me entusiasmo con una buena jugada, sin importarme quién la haga, ni qué tan perjudicial pueda ser para mi equipo favorito del momento.

El fanático puede pasarse un partido completo de espaldas al campo y dándole a un tambor o gritando.

Y luego puede afirmar que le fascina el fútbol.

El día llegará, espero.

(Me acabo dar con la sorpresa de que ya existe un juego de mesa con la idea del Ajedrez Humano que mencioné. Se llama Soccer Chess y viene del Japón. Ver en la fotografía.)

JUGADORES COLGADOS DE LOS PIES

Como pequeño ejemplo de lo que afirmo, pongo a El País, uno de los mejores diarios europeos y que leo regularmente.

En un artículo escrito nada menos que por el redactor jefe de Deportes del mencionado diario -titulado «España tiene un iluminado»-, me he topado con tres perlas:

“un futbolista de aire suburbial que se reta con el gol con una naturalidad pasmosa”

“ante un contrario que clavó la trinchera desde el calentamiento.”

“tras un picaresco córner trenzado por Xavi, Villa y Silva ante la pasividad sueca, cuyos futbolistas hicieron de estalactitas.”

Me permito hacer algunas aclaraciones, porque, obviamente –salvo, tal vez, uno- no son errores ‘mecánicos’.

1. Retar es desafiar.

Uno desafía al portero o al equipo contrario o, hasta a la valla contraria, pero no al gol. Con él se busca amistarse, no retarlo.

2. Una trinchera se cava, no se clava.

Se clava una bandera, una lanza o una pica. Pero jamás una trinchera.

3. Una estalactita es una formación calcárea en forma de cono irregular que cuelga del techo de las cavernas por deposición lenta de carbonato cálcico y otros minerales.

Lo que el redactor jefe de Deportes de El País quiso decir era que los futbolistas suecos ‘hicieron de estalagmitas’.

(Salvo que haya querido verlos colgados de los pies o de la cabeza desde algún lugar del cielo.)

Lo que decía.

El balompié sigue sin ser tomado en serio.

Ni siquiera el mismo fútbol.

¿No tiene El País para contratar correctores? ¿O no se toman estos en serio su trabajo? ¿Quién los fiscaliza y controla?

Incluso, al enviar mi corrección al diario (no sé para qué, porque a pesar de ofrecer la posibilidad de que los lectores participen en la corrección de los textos, no me consta que alguna vez hayan hecho alguna por ese canal), recibí la misma respuesta que figura por lo menos desde hace un año al final del proceso –supuestamente- correctivo.

Transcribo (las mayúsculas son mías) tal cual la he vuelto a encontrar. El error de concordancia no es mío.

“La corrección ha sido ENVIADO correctamente.”

En este caso, se trata de un error grave, porque abarca todas las secciones del diario y no sólo la deportiva.

Los invito a hacer la prueba.

HjorgeV 15-06-2008

DECADENCIA Y PSICODELIA, FÚTBOL Y BALOMPIÉ

DECADENCIA

Soy de los que piensan que vivimos un momento crucial de la historia de la humanidad.

Hemos llegado a nuestro cenit como especie y ahora nos encontramos en plena decadencia.

Y nunca los altos términos de Libertad, Democracia, Justicia, Solidaridad y Cultura fueron tan huecos como antes.

Para mucha gente –ni de lejos la mayoría del planeta-, el hecho de poder tener un fácil acceso a una inmensa red de posibilidades tecnológicas –básicamente de la tecnología de la comunicación- y de entretenimiento futurista, es una demostración de lo contrario.

A mí me sigue llamando la atención que hayamos llegado al siglo XXI y la civilización dé claros signos de estancamiento y decadencia sin que apenas se note.

No bien acababa de llegar el ser humano a la Luna, desentrañaba el núcleo del átomo, conseguía librarse de una serie de enfermedades y hacía que la tecnología sirviera para vivir mejor, cuando la civilización empezó a cojear.

Nunca hubo tantas riquezas y posibilidades de resolver problemas mundiales como hoy.

Sin embargo, hemos regresado parcialmente a la barbarie.

Es una gran paradoja.

En el mejor momento de nuestra historia, le damos la espalda al verdadero progreso, ignorando a los millones que se mueren de hambre y le entregamos nuestro futuro a los mercaderes, al comercio y a los guerreros.

Y en este momento decisivo, también, los mercaderes tiran la toalla y piden el auxilio del estado, cuando sólo pocos años atrás, se habían derrumbado las ideologías y los sistemas políticos que preconizaban la presencia más o menos totalitaria del estado como la salvación de la humanidad.

Pero allí tenemos el caso de Guantánamo: seres humanos enjaulados sin derecho a defenderse, sin acusaciones que se conozcan y sin que el resto del mundo haga nada por ellos.

Allí tenemos los vuelos secretos que Europa permite en su territorio a EEUU y que violan varios acuerdos, leyes y derechos internacionales, aparte de varios puntos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El caso del presidente de la nación más poderosa del planeta, quien, ahora que van cuatro mil soldados de su país y 150 veces más (600.000) iraquíes muertos, se atreve a anunciar sin ningún empacho que el mundo sin Saddam es un lugar más seguro.

(Si así es de seguro el mundo para ese bufo peligroso y malo, no quiero ni imaginarme cómo sería el mundo con su propio concepto de Inseguridad.)

¿Y el caso del líder de la mayor iglesia del planeta, departiendo cordialmente con el anterior, del que muchos consideran que debería ser juzgado por un tribunal de guerra?

¿Más ejemplos de absoluta decadencia?

El caso del presidente europeo que habla y se porta como un gánster. (Hay más de su calaña.)

¿Y qué decir del crimen de las hordas de ciudadanos italianos que incendiaron el hogar (eran provisorios campamentos, pero eran sus hogares) de cientos de personas de una etnia que sigue siendo perseguida, la gitana, arguyendo razones racistas y que ha quedado impune?

¿Ahora es correcto combatir supuestos crímenes con verdaderos crímenes?

¿Se han puesto de moda los ataques preventivos bushianos hasta en las huestes racistas?

LAS NUEVAS CLASES PLANETARIAS

Me atrevo a dividir al mundo en cuatro nuevas clases sociales:, los Productores, los Consumidores, los Intermediarios y los Acumuladores.

Pienso que los nuevos tiempos estarán claramente marcados por grandes tensiones sociales producidas básicamente por intermediarios y acumuladores en su afán de aumentar ad infinítum sus ganancias.

Estas cuatro clases sociales no son cerradas entre sí: una misma persona puede ser productor, consumidor, intermediario y acumulador al mismo tiempo.

La principal característica es que estos dos últimos tienen un poder casi infinito e invulnerable, en el que los gobernantes y las masas sólo juegan un papel de espectadores con poder más simbólico que real.

Personalmente, considero que hay dos buenos ejemplos que marcan claramente estos nuevos tiempos:

1.La aparición de nuevos conflictos sociales determinados por claros enfrentamientos entre los intereses de estas cuatro clases. Los aumentos monstruosos de los alimentos y la continua alza del precio del petróleo, las huelgas y los bloqueos son muestras iniciales de las nuevas tensiones sociales.

2.La atrofia del deporte que debería ser el deporte ciencia por excelencia.

Vi el partido de Alemania contra Croacia en un establecimiento (alemán) que nació como centro cultural y deportivo, pero que apenas se puede mantener en pie, justamente por no haber atendido ‘correctamente’ al nuevo signo que marca esta nueva era: el comercio.

No bastan las buenas ideas hoy en día.

Tal vez nunca bastó el sólo tenerlas, pero sucede que hoy más que nunca, si algo o alguien no atiende al signo del comercio sería mejor no haber nacido.

Y, al revés, aquello que recibe –generalmente por efecto de un círculo vicioso- la bendición del comercio y de los mercaderes, bien puede despreocuparse de sus contenidos e ideas: su éxito estará igual de garantizado.

El fútbol es, en este caso, otra vez el mejor ejemplo.

Partidos mediocres de jugadores mediocres son atendidos por millones de espectadores de todo el mundo como si de un juego celestial y perfecto se tratara.

¿Nos habremos vuelto ciegos?

No lo creo.

NEGOCIO CON LA MEDIOCRIDAD

Pienso que el fútbol como Negocio, como fenómeno comercial, está en su apogeo.

Pero, como Deporte, sigue sin salir de la mediocridad.

Como Juego en sí, peor: sigue absurdamente en pañales.

Ese es otro signo de los nuevos tiempos, de nuestra decadencia como pretendida civilización.

¿Exagero?

El partido de Alemania contra Croacia que vi ayer en el establecimiento que menciono es un buen ejemplo de todo esto que digo.

Había ocupado una mesa mucho antes de que comenzara el partido. Teníamos pensado cenar en familia y ver el encuentro.

El detalle que no cuadraba era que mis dos hijas tenían una presentación de su curso de danza jazz en el auditorio del complejo y al terminar su actuación, pasarían a la cafetería, en donde han colocado una pantalla gigante.

Lo malo era que no sabían cuándo terminaba exactamente su actuación.

Como soy de los que detestan guardar cola y asientos para otros, y viendo que mis hijos y mi esposa no llegaban, decidí ceder los asientos disponibles a otras personas que deseaban ver el partido.

-¿Por qué equipo está? –me preguntó una rubia pequeña de unos cuarenta años, con aires de profesora de escuela devenida vendedora de ropa exclusiva.

-Por ninguno –le respondí.

-¿Cómo que por ninguno? –me preguntó ella, sorprendida-. ¡Siempre se está por alguien!

-Me fascina el fútbol –le dije-, por eso estoy aquí. Pero soy bastante anacional. Estoy por que gane el mejor. Bueno –agregué, tratando de no embarrarla más-, tengo cuatro hijos con pasaporte alemán. Me imagino que me alegraré si gana Alemania.

La tipa frunció la nariz y pidió junto con sus acompañantes las bebidas.

Cuando estas llegaron, le hice notar que la camarera se había equivocado y les había cobrado de menos. (A mí me había cobrado de más, pero decidí no decir nada, porque el error era mínimo.)

-Ese es su problema, no el mío -dijo ella, como si hubiera hecho una labor social.

Es gente, me dije, que tiene un trabajo y un hogar fijo, que sale por lo menos dos veces de vacaciones al año, que ha recibidio educación, tiene una o más cuentas en el banco y tiene acceso a mayor formación profesional y a la cultura.

No me lo podía creer.

Más tarde, vi el vibrante partido de los austriacos contra los polacos. Qué velocidad. Qué emocionante el encuentro, sí.

Pero alguien tendría que escribir alguna vez una tesis sobre la Disfuncionalidad sensorial en los futbolistas, me dije.

DISFUNCIONALIDAD SENSORIAL Y PSICODELIA

¿Cómo es posible que señores profesionales, dedicados a su oficio y que se supone que son los mejores pagados y competentes del planeta hagan pases y jugadas que ni siquiera mi hijo de tres años haría?

Estoy exagerando, claro.

Pero si gente de otra profesión –un cirujano, por ejemplo- se permitiera tales márgenes de error en su labor, ya quisiera ver yo las que se armarían.

Alguien podría argumentar que los señores estos están jugando con los pies.

Muy bien, respondería yo, pero los automovilistas –profesionales o no- también dirigen sus vehículos con los pies y no están saltándose de la carretera cada dos minutos. Bueno, cada hora, tal vez. Pero no con la frecuencia de los futbolistas.

Como conozco el juego, creo saber de dónde proviene esa disfuncionalidad sensorial, esa disfunción de los sentidos, porque son los sentidos los que deciden qué hacer y hacia dónde dirigir la pelota en un jugador.

1.El estrés. El miedo, el alto nivel de responsabilidad y la presión existente –tanto física como psicológica- deforman la percepción sensorial de los jugadores en los momentos de mayor tensión. Es como si los jugadores creyeran ver monstruos y leones, dragones y guerreros armados hasta los dientes en un espacio que se deforma casi psicodélicamente en sus mentes.

2.La alta velocidad de las jugadas y las largas distancias que se recorren, que multiplican en su efecto los pequeños errores. Basta errar por milímetros un balón para que su trayectoria cambie por completo a la larga.

3.La falta de visión periférica de la mayoría de jugadores. Si bien es cierto que el jugador perfecto debería tener ojos en la nuca (y de ser posible, que se puedan elevar a un par de metros por encima de los demás), muchos parecen no ser capaces de distinguir siquiera el color del uniforme de sus compañeros, que es el propio.

4.Los sistemas de entrenamiento que no contemplan estas disfuncionalidades. Un jugador que se mueve a gran velocidad y cambia de trayectoria y de dirección cuando driblea, pierde con facilidad la orientación y muchas veces termina sin saber dónde está el arco contrario o adónde dirigirse. Los sistemas de entrenamiento actuales no consideran este efecto, que es algo que se puede rebajar practicándolo convenientemente.

A pesar del gran negocio en el que se ha convertido, el fútbol apenas interesa a los pensadores.

Últimamente los escritores se han acercado casi sin vergüenza a este deporte y este acercamiento romperá una serie de barreras más, que antes a pocos se les habría ocurrido siquiera intentar cruzar.

Pero ese acercamiento es externo: visual y crítico. Pero no consustancial.

No es lo mismo hablar de fútbol que jugarlo.

Hablar sin saber de qué se habla verdaderamente.

Sin ánimo de denigrar a ningún futbolista, el deporte rey –me parece detestable esta denominación- no es practicado necesariamente por gente inteligente como en el caso del ajedrez.

Por eso me permito diferenciar entre balompié y fútbol.

BALOMPIÉ Y FÚTBOL: DOS COSAS DIFERENTES

El primero es un deporte ciencia muy parecido pero más complicado que el ajedrez y que se juega no con piezas de madera o plástico, sino con seres humanos.

El segundo es principalmente un negocio y un espectáculo.

El primero es un pasatiempo y juego intelectual que exige pensar y moverse (¡en conjunto!) a grandes velocidades, tanto de la mente como del cuerpo.

El segundo es un espectáculo en el que valen más las emociones y las pasiones, sin importar mucho cómo se consiguen los resultados.

El primero es un deporte que requiere un eficiente y rápido uso de la inteligencia, así como de las cualidades físicas.

El segundo se resuelve también simplemente a patadas, que es lo que muchos espectadores prefieren.

El primero exige la comprensión del grupo y su actuación como tal.

El segundo potencia las individualidades, porque eso da más dinero y es más fácil de presentar.

Lo dijo anoche, demostrándolo, Hansi Müller –campeón de Europa en 1980 con la selección alemana- en la televisión, después de la vibrante y aplastante victoria de los holandeses sobre los franceses, y eso que Müller es un tipo que cursó el Gymnasium alemán, el equivalente al bachillerato o instituto en otros países:

-Este es el verdadero juego –afirmó, muy cómodo en sus palabras-, el de los holandeses. Juego sin pensar, sin esquemas. Juego puro.

«Juego sin pensar, sin esquemas. Juego puro».

Qué dolor.

Sus palabras pueden sonarle bien a muchos. Casi poéticas, si se quiere. Pero él estaba confundiendo intuición con pensamiento.

Porque si intuición es la «facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento», eso no significa que se deja de pensar al hacerlo.

El hecho de poder reproducir en el terreno de juego automatismos aprendidos y entrenados no anula la capacidad pensante: al contrario, la tiene que complementar. Y potenciar.

Porque el mejor jugador será aquél que pueda jugar automáticamente, dejándole libertad al cerebro para decidir las jugadas, las posiciones a tomar y los pases y disparos a ejecutar.

(Y dejo sin comentar eso de «sin esquemas», a pesar de ser otra gran ofensa al fútbol holandés que tanto admiro. De hecho, el no poder reconocer algo -esquemas: ideas, conceptos, representaciones simbólicas o gráficas- no significa necesariamente su ausencia.)

(«¿O?», habría preguntado mi hijo J.A. de tres años.)

Sus palabras muestran su alto sentido para el Fútbol-Negocio-Espectáculo, pero también su ofensiva ignorancia respecto al deporte ciencia llamado balompié.

Para él, once descerebrados habían corrido como autómatas y a eso le llamaba juego puro.

Su opinión es una muestra más de la decadencia de nuestra civilización que mencionaba, porque quien hablaba era una persona del llamado Primer Mundo, con formación y educación, además.

Tan decadente como la actitud de la otra tipa frente al error de la pobre camarera.

Continuará mañana…

HjorgeV 14-06-2008