«ASCENSIONES Y CAÍDAS»

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Caídas. Vértigo. Ascensiones.

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De la mano habían emprendido

el sendero de subida hacia el abismo.

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Considerar la sola posibilidad de

una caída era parte de la magia.

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Nada se construye sin traer el

material desde otro lugar. La

arena de tu castillo en la orilla

también tendrás que removerla.

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Y ahí estaban los dos: a punto de coronar el

ascenso sin alas al palco de las nubes,

sonriendo como para robarle el empleo al sol,

con la mirada puesta en un punto tan lejano

que luego se fue convirtiendo en nada.

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La chispa de la vida había sido el fuego del 

abismo: el mareo con el juego de las posibilidades.

El resto sería regresar a casa, a la rutina diaria

de las horas, ese otro vértigo.

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Ahora regresas al pecho de tu propio carcelero,

en medio de la lluvia que deja el último tren de

la tarde tras escuchar el mensaje de despedida

que te ha dejado en el contestador.

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HjorgeV 29.01.2018

«FRACASISTA»

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Había sido uno de esos días de arduo trabajo,

pleno de ideas que podrían cambiar el mundo.

Satisfecha consigo misma, ansiaba perderse en

otro cuerpo, buscarse en otras carnes y miembros.

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Conocía la gramática de la aventura y

sus leyes, aunque no todos sus idiomas.

Los inesperados requiebros de un encuentro

improvisado era lo que más la inquietaba.

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El fuego había sido su límite y su respiración,

y el amante de turno consiguió elevarla al altar que

ella le señalaba con sus brazos (que es tanto la altura

del deseo, como la mejor para despeñar a cualquiera).

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Qué es un fracaso comparado con una

batalla formal contra las pulgas.

Cuántas flores hay que pisotear para 

redimir a un árbol a punto de agostarse.

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El paisaje hecho multitud atraviesa su campo

visual como una compuerta al infierno ahora que 

se precipita. Ni el mundo entenderá alguna vez las

cosas, ni ella entenderá al mundo. Así que.

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Hochmut kommt vor dem Fall:

la vanidad siempre antecede las

caídas. El futuro suele guardar su

mejor carcajada para el pasado.

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Ser como el agua, fue su último

pensamiento antes del impacto:

Adoptar cualesquiera formas, sin

renunciar jamás a ser igual a sí misma.

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HjorgeV 20.01.2018

«LA TARDE DE VAN GOGH»

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Te pasaste la tarde refiriendo que

querías pintar cuadros como mapas,

geografías que recorridas desde el cielo

te dieran la sensación de estar dejando

atrás montones de mundos irreales.

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Querías dibujar poemas, sufrir

pergeñándolos; exigir a tu creatividad

hasta que estallara tu cabeza y se

desangrara sobre líneas sin sentido.

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Querías eso y mucho más. Y, de repente:

«Regreso a cuidar del animalejo que he

dejado en casa. De nada me vale creer

que podría sobrevivir sin alimentos.»

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Fue un atardecer, uno de los más fríos del

año. Nos encontrábamos sobre las sábanas

después del amor, abrazados como

hormigas incapaces de vivir destrabadas.

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Recuerdo que pensé que si fuera

capaz de plasmar un momento así

en una pintura, me haría inmortal.

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Viajo en la noche, navego por entre

la gente, topándome con miradas

que refieren hechos de otros mundos,

bestias enjauladas, prisiones abiertas.

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Vuelo de regreso a casa en la noche oscura y

cerrada como una fuga: siempre insinuando

su partida, pero solo capaz de enroscarse en

sí misma con su melodía sibilina y pertinaz.

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Es tarde cuando se pierde en el firmamento

la nave corporal que he recorrido como un ciego

sediento con la punta de todas mis lenguas.

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Algún día lo entenderás, me has dicho

a modo de despedida.

Ese día no llegará, respondí en silencio.

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Cierro la puerta y me dejo caer

sobre la alfombra para observar las

manchas del techo: las llamamos

palabras, pero son solo los parches

gasas, apósitos, vendas, mordazas,

antifaces, que cargamos a diario.

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Fuera, los árboles giran sobre sus ejes

para alejarse, disimulando su última

visita a este lado del universo.

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Si no existiera el tiempo, me consuelo,

todo lo bueno y lo malo nos

sucedería a la vez y de golpe.

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HjorgeV 16.01.2018

¿TIENE QUE TENER LA VIDA (UN) SENTIDO?

¿Tiene la vida (un) sentido?

La respuesta es que no hay respuesta. (O tantas como personas existen.)

El misterio es que no hay misterio.

Sí, puede ser insoportable; especialmente para un ser tan proclive a encontrarle explicaciones, lógica y conexiones a todo (además de mezclarlo con sus propios deseos, esperanzas, aspiraciones, construcciones mentales y metas) como el humano.

Paradójicamente, la cuestión sobre el sentido de la vida es un invento nuestro.

No es algo que provenga de la naturaleza. Es una construcción típicamente humana.

Una pregunta de nuestra mente.

Visto así: ¿no tiene que tener un sentido la vida entonces?

Por supuesto que sí.

Que no tenga un sentido, no significa que no podamos darle uno.

Tal vez el sentido de la vida sea, precisamente, ¡preguntarse por el sentido de la vida!

Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Ello nos lleva a escudriñar nuestra conducta, ideales, principios, sueños, tareas, proyectos; además del camino recorrido.

Y, por suerte, a menudo la búsqueda de una respuesta suele ser más importante que la propia respuesta.

No es malo que no exista un sentido (predeterminado) de la vida.

¿Qué sucedería si no nos gustara o no estuviéramos de acuerdo con él?

Para muchos el mejor sentido que se le puede dar a la vida es la cultura.

Como lo demuestra, por ejemplo, el estudio de los británicos Daniel Wheatley y Craig Bickerton, la participación en actividades artísticas, culturales y deportivas aumenta la satisfacción con la vida y la sensación de felicidad.

Pero hay dos razones más importantes aún, más allá del simple hedonismo:

Quien crea arte y cultura trabaja para los demás, por el bien común; además de hacerlo generalmente de forma desinteresada, pues la recompensa material suele ser algo totalmente secundario para un verdadero artista.

La segunda razón es que el arte y la cultura nos ayudan a recordar nuestra condición de seres irrelevantes en términos absolutos.

Insignificantes.

Llenos de errores e imperfecciones.

¿Cuántas guerras, conflictos, discusiones y pérdidas absurdas de tiempo y energía nos ahorraríamos si supiéramos reconocernos como seres sin importancia y de existencia altamente fugaz?

¿No sería una verdadera revolución empezar, por ejemplo, cuestionando el consumo dirigido a darnos la importancia que no tenemos ni merecemos?

Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar.

Soportemos mejor nuestra insignificancia sin dañar el planeta que habitamos.

O por lo menos sin descargar nuestra frustración (por ser seres sin importancia) sobre los más débiles.

De un misterio venimos y a otro nos dirigimos.

En medio, el gran misterio de la vida.

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HjorgeV 07.01.2018

UN MISTERIO MISTERIOSO (Y TRIVIAL)

-Deseo preguntarte algo, Pensamiento Profundo.

-Adelante.

-¿Tiene sentido preguntarse por el sentido de escribir?

-¿Tiene sentido preguntarse por el sentido de algo que no tiene sentido o que, en todo caso, no se conoce? 

-¿Me respondes -le insisto a PP-, por lo menos, qué es escribir?

-¿Estrictamente hablando? Juntar palabras.

-¿Hablar por escrito?

-Podría ser una de entre muchas definiciones -dice PP.

-¿Y qué sería escribir bien?

-Eso es mucho más complejo, pues encierra o implica un juicio de valor y ya sabemos que cada quien tiene sus propios principios (o no), escalas y gustos. Lo más sensato sería preguntárselo a los implicados, ¿no crees?

*

¿Qué es escribir bien?

Busco en la Red.

Lo primero que encuentro es una nota bastante curiosa y entretenida sobre el bloqueo del escritor.

La he rebautizado:

EL SÍNDROME DE LA TUBERÍA NUEVA

Un columnista de este periódico, de esos que escriben como si las palabras saltaran directamente de su cerebro a la página, me lo confesaba el otro día: «Cada semana me pasa lo mismo. Me siento en el ordenador sin saber qué escribir. Me paso media hora maldiciendo. Todas mis ideas me parecen una mierda. Me prometo que del lunes no pasa, que voy a hablar con los jefes para dejarlo… ¡Así cada semana!

Nathaniel Hawthorne dejó dicho lo siguiente:

Easy reading is damn hard writing.

Simone de Beauvoir pensaba de forma práctica:

Escribir es un oficio que se aprende escribiendo.

Sebastian Junger plantea el siguiente acercamiento:

He intentado entender qué es la buena escritura. Sé qué es cuando la leo en el trabajo de otros o en el mío. Lo más cerca que he estado de entenderla es cuando hay ritmo en el escrito, en la frase y en el párrafo. Cuando el ritmo cojea es difícil leer lo que sea. Es muy parecido a la música, en ese sentido; hay un ritmo interno que hace gran parte del trabajo de leer por ti. Casi como si se leyera solo. Ésa es una de las cosas más complicadas de enseñar a la gente. Si no escuchas música, nunca vas a escucharla. El ritmo interno de una oración o párrafo es el ADN de la escritura.

El escritor argentino Andrés Rivera apunta a la profunda relación entre el fondo y la forma:

Lo que digo responde al modo como lo digo, y el modo como lo digo responde a lo que quiero decir.

¿Qué es escribir bien?

Chateaubriand lo dijo de esta manera:

El escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar.

¿Escribir de tal manera, entonces, que nadie pueda imitarnos?

Sabato (pronúnciese Sábato):

Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas.

Umbral conmueve:

Escribir es la manera más profunda de leer la vida.

¿Es sensato escribir una novela sabiendo adónde se va o es mejor no saberlo?

Sergio Bizzio ha dicho lo siguiente sobre su novela Rabia:

Pregunté quién vivía ahí y me dijeron que una anciana con una mucama que la ayudaba, y lo primero que pensé fue que en semejante casa podría vivir oculta una familia entera sin que la anciana y la mucama se enteraran. Toda la novela apareció en ese momento. Nunca más volvió a pasarme algo así, por suerte. No hay nada más difícil que escribir si uno sabe a dónde va. De hecho, no me resultó nada fácil escribir las primeras líneas. Las primeras líneas me llevaron casi tanto tiempo como la novela entera.

Cuando escribe, Gay Tales tiene una imagen en mente:

Mi escritura se orienta hacia la escena, así que busco escenas prometedoras. Cuando escribí The Bridge traté de visualizar el puente Verrazano y los hombres que están colgados en el cielo, como una foto. La mujer de tu prójimo abre con la escena de un niño observando a una mujer desnuda en un quiosco de revistas en Chicago. En Los hijos abro con una escena en que yo estoy en la playa. Todas esas podrían ser películas. Supongo que esencialmente estoy tratando de escribir una foto.

John McPhee recomienda que la escritura sea como la punta de un iceberg: o sea, que lo que no se diga sea mayor y más profundo.

Roy Vega lo dice poéticamente:

y con el tiempo descubrimos que el amor, / al igual que la escritura, es un oficio ciego.

Fabián Iriarte también apunta a la relación entre forma y fondo, entre sonido y sentido:

El sonido no es lo primero que aparece, desencarnado, cada vez que empiezo a escribir. Voy cincelando, tallando, limando esa escultura que es el cuerpo del poema (perdón, otra metáfora) hasta que sentido y sonido sean (parezcan ser) lo mismo. Es lo más difícil.

Proust va más allá, o sea, más acá:

Para escribir el libro esencial, el único libro auténtico, un gran escritor no tiene que inventárselo, en el sentido usual, puesto que existe ya en todos y cada uno de nosotros, sino traducirlo. El deber y la tarea de un escritor son los de un traductor.

Para Benedict Wells:

Escribir es una experiencia esquizofrénica, porque al mismo tiempo eres el autor que lo siente todo y el director que organiza las cosas.

Sandrone Dazieri:

Trato de escribir bien, pero trato también de dejar solo lo necesario para la historia. Eliminar lo que no sirve, aunque a mí me parezca bellísimo, forma parte de mi trabajo.

Banville se oscurece:

El reportero de información laboral cubrió una huelga endiablada y tenía una prosa ininteligible; él decía que era para proteger sus fuentes. Tardé horas en editarlo, pero al día siguiente me regaló el mejor cumplido: “Ahora se entiende mejor”. Y así fui aprendiendo a disfrutar mejorando textos de otros y a gestionar mi ego, que es el primer requisito para escribir bien. Porque escribir bien es acabar encerrado toda tu vida a solas con las palabras.

Para David Vann, escribir también es construir:

Un relato es una suerte de barco. A mí me ha salvado la vida.

Tal vez uno escribe para no terminar odiando la vida.

Quién sabe.

Ya lo recomendó Juan Tallón:

Escribir es fácil. Escribir bien es muy difícil. Destruir lo que un día escribiste, aunque sea malo, es dificilísimo. Escritor, destrúyelo todo. No mires atrás. ¿Te da pena? Destrúyela también a ella. Escribir es eso: acabar con todo y empezar de nuevo desde la nada.

Tal vez la pregunta sobre el sentido de escribir es como la del sentido de la vida: una cuestión sin respuesta. Un misterio.

(Salvo que tú mismo elijas un sentido -el que quieras darle- con lo que habrás resuelto un misterio, pero te habrás metido, también, en otro: ¿cómo saber que tu sentido es el verdadero?)

Sucede al escribir una novela negra: mientras tu detective busca la verdad e intenta resolver problemas, va sacando a flote más misterios.

Juan José Millás lo plantea así:

Quizá la rata tenga una camada de seis o siete bebés de los que se comerá dos, los más débiles, debido al aporte extraordinario de proteínas que necesita para dar de mamar. Tampoco hay misterio ahí. Nosotros mismos, en otras épocas, fuimos caníbales. Mi consejo es que dejes de buscar el Aleph y empieces a buscar la rata. Obsérvate en ella, en sus pupilas, y comprenderás que no es que no haya misterio, es que el misterio está en todo. Y es atroz.

Y si el misterio está en todo, es que tal vez no hay misterio.

El misterio es que no hay misterio.

(¿No es genial y, a la vez, insoportable?)

Por eso, Juan Miguel Campos recomienda lo siguiente:

Escribe todos los días: contra viento y marea, en el ordenador, en el papel, en tu piel, aunque te quede mal, aunque te quede maravillosamente bien, como si no tuvieras más opciones, como si se tratase de una jodida y alucinante misión que te hubieran encomendado los mismísimos dioses. Intenta escribir como si te fueses a morir. Porque es que te vas a morir.

Amén.

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.HjorgeV 03.10.2018

¿QUÉ SENTIDO TIENE ESCRIBIR/TODO?

En la novela La guía del autoestopista galáctico de Douglas Adam, los extraterrestres construyen una computadora para obtener la respuesta a la pregunta de todas las preguntas:

«¿Cuál es el sentido de la vida, del universo y de todo lo demás?»

La máquina empieza a calcular y, tras 7,5 millones de años de trabajo, les advierte a los extraterrestres que el resultado no les va a agradar.

Pensamiento Profundo, el artefacto en cuestión, tras hacerse de rogar, les da la ansiada respuesta:

«¡Cuarenta y dos!»

Los extraterrestres se indignan, bufan y reclaman.

¿Qué se podía esperar de una pregunta absurda?, alega PP.

Cuando alguien pregunta con tanta imprecisión, que ni siquiera es capaz de medir la propia pregunta, ¿sería de esperar que pudiera arreglárselas con la respuesta?

*

No he leído La guía del autoestopista galáctico.

No sé quién es Douglas Adam.

Lo anterior lo cuenta Richard David Precht en su libro ¿Quién soy y cuántos?

Pero aprovecho la ocasión para plantearle a Pensamiento Profundo la primera pregunta del año:

-¿Qué sentido tiene escribir?

(Por un instante he pensado en reemplazar ‘escribir’ por ‘todo’, pero finalmente no me he atrevido.)

-¿Estás seguro de que existe alguno? -inquiere PP.

-No tengo la más puta idea.

*

Vayamos por partes.

Para empezar: ¿por qué se escribe?

Alguien, ya no sé quién, dijo que, de no haber sido escritor, habría sido mendigo.

Orwell, autor de la distopía 1984, escribió alguna vez que desde los cinco o seis años, ya sabía que de mayor sería escritor.

Lo tuvo fácil, por así decir. Este es su testimonio:

Era yo el segundo de tres hermanos, pero me separaban de cada uno de los dos cinco años, y apenas vi a mi padre hasta que tuve ocho. Por ésta y otras razones me hallaba solitario, y pronto fui adquiriendo desagradables hábitos que me hicieron impopular en mis años escolares. Tenía la costumbre de chiquillo solitario de inventar historias y sostener conversaciones con personas imaginarias, y creo que desde el principio se mezclaron mis ambiciones literarias con la sensación de estar aislado y de ser menospreciado.

John Banville escribe porque no sabe escribir. Y porque para él la realidad no es real hasta que no haya pasado por el tamiz de las palabras. Escribe, por lo tanto, para poder imaginarse la realidad totalmente real.

Andrea Camilleri lo hace, entre otras razones, porque siempre es mejor que descargar cajas en el mercado central. Porque no sabe hacer otra cosa. Porque al final puede tomarse su cerveza.

No conozco a la escritora Luisa Castro, pero me ha fascinado su explicación:

La escritura para mí es una rendición. No soy una escritora con método; se me caen muchas cosas de las manos. Solo progresa la escritura que previamente se ha ido gestando dentro de mí, a veces contra mí. Escribo para conocer esos relatos, para descubrirlos. Me los cuento a mí misma. Me asombro, me indigno, me río, lloro y pataleo. No me siento dueña de mis relatos, tienen vida propia, son autónomos y más poderosos que yo. No me identifico con ellos, no comparto sus ideas, ni su visión del mundo. Se producen en mi cabeza sin mi permiso, y cuando los suelto es porque me han vencido. No hay otra razón.

Eco escribía porque le gustaba.

Ken Follet porque cuando se levanta por la mañana en lo primero que piensa es en escribir la próxima escena de su libro. El acto de escribir lo apasiona porque envuelve todo su intelecto, sus emociones y abarca todo lo que sabe sobre el mundo y cómo funciona el ser humano.

Carlos Fuentes respondió con una contrapregunta: ¿Por qué respiro?

Almudena Grandes no está muy segura (y duda de que alguien pueda estarlo), pero cree hacerlo por su necesidad insuperable de escribir. Una necesidad que no se define por sus resultados, sino por su naturaleza necesaria, como el hambre y la sed.

Fernando Iwasaki escribe porque lee, y de la lectura nacen arroyos y afluentes del torrente de libros leídos; además, porque dedica todos sus libros de ficción a su mujer y, así, mientras siga escribiendo, ella sabrá que la sigue queriendo.

Donna Leon:

Supongo que también hay un elemento de vanidad en ello. En una cena, todos queremos que presten atención a nuestras ideas, ¿no es cierto? Pero los buenos modales mandan que compartamos la conversación con los demás. Pero en un libro, nuestro libro, nosotros los escritores podemos seguir -bla, bla, bla- sin parar, y nunca tenemos que interrumpirnos para dejar hablar a nadie más.

Para Elvira Lindo escribir es un oficio pero también una forma de vida, y ella no sabría vivir de otra manera.

Eduardo Mendoza es más sincero acaso:

Sinceramente, no lo sé. Nunca me lo he preguntado, ni al principio, que fue espontáneo, ni a lo largo de todos estos años. Hacerlo a estas alturas no creo que tenga interés, ni para mí ni para nadie. No es una respuesta bonita, pero es la que más se aproxima a la verdad.

Santiago Roncagliolo escribe porque la realidad no tiene ningún sentido y las cosas ocurren alrededor de uno de una manera errática, a menudo contradictoria, y un día uno se muere. En cambio, las novelas tienen un principio, un medio y un desenlace. Escribe, ergo, para inventar algo que tenga sentido.

Mario Vargas asume la frase Flaubert: «Escribir es una manera de vivir.»

Juan Gabriel Vásquez escribe, entre otras justificaciones, porque no ha encontrado otra forma de vivir varias vidas, de ser varias personas, sin hacer daño o poner en riesgo a los que lo rodean.

Se escribe, en resumen, por diversión, por necesidad intrínseca, para pasar el tiempo, llenarlo o vaciarlo; para desguazar la muerte, porque se la teme o porque no se la teme, porque la vida es injusta o bella.

O porque es injusta y bella.

(Aquí más respuestas.)

Motivos, razones, justificaciones, explicaciones, argumentos, debe haber tantos como autores.

(Mi respuesta empezaría así: porque una vez leí a Vallejo. Pero, también, para vengarme de la vida: de todos esos momentos en los que no fui capaz de acertar con mi respuesta o conducta, o me quedé callado o yerto sin reaccionar. Etcétera.)

Bien. Lanzo ahora la segunda pregunta del año a las fauces de Pensamiento Profundo:

¿Qué es escribir?

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HjorgeV 01.01.2018