«OTRA CITA PARA OLVIDAR»

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La había amado como se aman

ciertos juguetes e imágenes de la infancia

que se han perdido para

siempre.

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Algunos conservan muñecos de

peluche (recuerdos

de su paso por

esos años), para que los 

protejan en las noches

especialmente oscuras.

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Otros llevan el oso de

peluche directamente debajo de la

camisa, por si les llega el

inesperadamente momento de

caer por el abismo.

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El albur de los deseos.

La magia del

paso del tiempo cuando nos olvidamos

por completo de él.

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La había amado.

Ahora que se había citado con ella

y la espiaba desde lejos, ya no

podía entender nada.

¿Renacer para poder entenderlo

todo?

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Entonces, cuando ella volteó para

ver si ya había llegado a la cita,

percibió a la distancia 

un gran reproche mudo en su

mirada, como si le hubiera

descubierto un secreto

sin querer.

.

Siempre había sido así:

con un solo juego o pasaje

sus ojos podían ser

tan expresivos como sus

sueños más atrevidos.

..

Se lo pensó dos veces.

Habían pasado demasiados

años como para no dudar

con esmero.

Dio una vuelta y regresó.

..

Seguía sentada allí en la terraza

del bar, esperándolo.

Y el mudo reproche

parecía haber aumentado

de solo recordar todos esos años vanos.

..

HjorgeV 28-03-2015

MI DOBLE, USTED

Ayer vi a mi doble.

Recogía hojas de periódico

del pavimento.

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-Disculpe usted -me dijo-. No

sabía que eran suyas.

-Se me acaban de escapar

de las manos. No se preocupe.

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El parecido era desconcertante.

Pensé en un hermano gemelo

separado de mí al nacer.

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Entonces el otro me

quedó mirando y debió

darse cuenta del gran

parecido.

-Disculpe usted -repitió.

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No sé si se sonrojó

pues tenía la piel

sucia y arrugada de los largos

días sin

noche de la calle.

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Lo vi alejarse, recogiendo

cosas a su paso y diciéndole

a todo el mundo:

-Disculpe usted.

.

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HjorgeV 20-03-2015

CHARLIE PARKER: «LOVER MAN» (DIAL)

Se había hecho heroinómano de adolescente, para aliviar el dolor de tres costillas y una vértebra rotas, más un amigo muerto en el mismo accidente.

A los 15 se presentó a una audición y el baterista tuvo que lanzarle su platillo para que dejara de tocar.

Bird lo tomó como un aliciente y se puso a ensayar hasta 15 horas diarias. 

Estaba en California, donde la heroína escaseaba, cuando, por obligación contractual, tuvo que presentarse a grabar para la Dial.

Ya llevaba una botella de whisky dentro de su instrumento principal. Y varias sustancias más en su personal persecución.

Parker nunca le perdonó a Ross Russell que publicara esta grabación, en la que el productor estuvo sujetándolo todo el tiempo para que no se cayera.

Murió sentado frente a la caja tonta, tal vez de un ataque de risa, hace 60 años exactos; oficialmente de neumonía y de una úlcera sangrante.

O tal vez de una enfermedad llamada exceso.

El médico forense le calculó entre 50 y 60 años de edad a su cadáver.

Otro exceso: Bird apenas tenía 34.

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HjorgeV 12-03-2015

«UNA BELLA CITA» (Canción)

Tenía el sueño, la ilusión de la salvación, la ilu-

sión del cambio.

El convencimiento de que algo

bueno le podría pasar y que entonces todo cam-

biaría en su vida.

Era un sueño común.

El de que un alma bella y desconocida

acudiera a rescatarla.

Con suerte, para llevarla a un mundo superior, más

justo, más civilizado.

Lo malo era pensar que si esa alma renunciaba

a su propio mundo para encargarse de su

su salvación, solo podía ser porque no

soportaba su vida ‘superior’.

Miró a ambos lados.

El alma bella y desconocida tardaba en

llegar.

La cita había sido a las ocho.

Y ya eran las doce.

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HjorgeV 09-03-2015

¿Y QUIÉN PIENSA?

No soy musulmán ni judío. Pero me gusta pensar (lo que no es sinónimo ni garantía de saber hacerlo). Y veo que los problemas (cada vez más gravísimos atentados ‘terroristas’, por ejemplo) no son atacados como problemas, sino como simples síntomas de cierta locura o enfermedad mental. ¡Y como si se conociera perfectamente esta! Acabo de leer cómo científicos del llamado Primer Mundo tras cientos de pruebas (y millones invertidos) conseguían descubrir a qué se debe el olor de la lluvia. Es obvio que hay una desproporción maligna: mientras que, los que por formación, profesión y vocación se dedican a estudiar cosas cada vez menos fundamentales para el verdadero desarrollo de la humanidad, los verdaderos grandes problemas (guerras, violencia en general, hambre, superpoblación, contaminación, clima) se tratan chapucera, chambonamente, como si los ciudadanos, entre tantas gamas de productos que tienen para escoger y comprar, ya hubieran perdido por completo el norte, el sentido de las proporciones y el sentido común. Un grupo equis comete una barbaridad. A continuación, el mundo expresa su justo repudio y consternación. Al día siguiente, empero, los afectados se defienden con otra barbaridad y el mundo aplaude o mira para otro lado. Antes la policía estudiaba un caso y luego actuaba, para poder poner en manos del Poder Judicial al sospechoso (la ley debe conferir el beneficio de la duda). Hoy, la policía, parcialmente un ejército, actúa como estudioso del caso (si lo estudia), como sheriff, juez y verdugo. Todo a la vez. ¿Puede ser sano? Lo cierto es que las mayorías aplauden. Como decía (o dice aún) un cartel que se podía ver en las autopistas francesas, en el que se veía a un conductor fumando, comiendo y hablando por teléfono; una pregunta al lado inquiría: ¿Y quién conduce? De la misma forma, en el mundo de hoy, con seres tan preocupados por sus teléfonos, su ropa, sus contactos en la Red, los comentarios, en cómo gastar su dinero mal o bien habido: ¿Y quién piensa?

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HjorgeV 05-03-2015